Carta labriega.
Con
la boina en la mano, de pie bajo un árbol sagrado juro solemnemente que tu
presencia me llena de una alegría tan densa que tal parece que estoy dentro del
sol, reverberando como un rayo entre las nubes que filtran los ultravioletas,
los gamma y esas cosas de rayos que no entiendo demasiado, excepto el (rayo)
que no cesa, el (Rayo) Vallecano y el (tuyo) que me atraviesa el corazón que
tuve, que ando desde entonces torcido como un lisiado del alma, sin saber dónde
piso ni a quién, renqueando como un labriego vestido de domingo con la corbata
al viento y el corazón atado con cuerdas, envuelto en papel de periódico con
manchas de salchichón y vino del viñedo de Paco, que ya sé, ya, que después de
la cara que se te ha quedado, tan triste, no tengo derecho a escribirte cosas
livianas pero ¿qué quieres? si hace falta me pongo una nariz roja y te bailo
vestido de esquimal como José Isbert en “Historias de la radio” o como Anthony
Quinn haciendo de Inuk o
como yo mismo que quisiera estar contigo dentro de un iglú hasta
derretir las nieves polares con nuestros arrumacos y pajareos, gorrión guapo
con pendientes de niña y mirada de mujer profunda, con pantalones que ciñen tu
culo de Silvana Mangano en“Arroz
amargo”, culo irrepetible, culo para llenarlo de caricias, culo
sentado durante tantas horas al día que solo un milagro celestial hace que no
se te quede plano que para vernos saca horas de dónde no las tienes o sí, no
cenes, no comas, aliméntate del aire, aire (...y tú viviendo con ella jamás la tienes, aireeeee... canción de AlejandroSanz y Ketama) y algo habré de hacer antes que soportar otra vez tu tristeza
que me pongo ahora muy serio y te digo que no, mi vida, que no quiero estar
así, que prefiero que me mandes a paseo, que no quiero camelarte como un ligón
del tres al cuarto con zalamerías (aunque me salgan de tan hondo que me asusta
no ver el fondo de mi alma ¿desde dónde me salen? , ¿de qué sima de amor tan
dentro de mi pecho?) con visitas a tu consulta que compruebo que son
inoportunas, que no quiero más que llenarte de alegría, de felicidad, darte
sonrisas, llenarte la cabeza de lo que de mí te pueda servir, humilde que no lo
soy, que me recojo como un peregrino hacia Santiago, que te acompaño desde mi
cabeza por ese trayecto tan largo hasta Berlín, tan lejos, y tus tres colegas hablando de esto y aquello
y pásalo bien, mi vida, no te pongas triste ni un minuto por mí, o por ti, o ya
no sé pero no puedo estar toda la vida sin saber, decepcionándote, no llegando
a las expectativas mínimas, máxime cuando tú eres tanto, tanto y por lo menos
sabes que soy un enamorado incondicional que está loco por ti pase lo que pase
o no pase o tiempo, aquí sigo, al pie del cañón, rotundamente ebrio de amor por
ti que has cambiado mi vida, aquellos cafés inofensivos en la capital trajeron
estos amores que no van ni para adelante ni para atrás, buen viaje, señora
doctora de mi pueblo, te quiero, no le saques muchas faltas a mis letras, te
escribo desde el bar de la plaza, los mozos me miran raro. Vuelve.
2 comments :
Que fuerza tiene tú escritura Pedro. Gracias por poder leerte. Buenas noches
Gracias, Encarna C. te echaba en falta.
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