Carta del amante en la Luna.
Querida selenita, si tú
o yo fuéramos enanos nuestros seis ojos estarían a la misma altura, porque no
nos miramos desde fuera y esos otros ojos no distinguen de estaturas y me
apasiona tenerte ahí delante con tu daga afilada, sí, con tu hambrienta
ansiedad de verdad, con tu determinación de no dar un paso atrás en aquello que
crees y me refugio ahora en ese cálido recuerdo de tu voz mimosa, en ese lujo
de tu mirada y el hilo que sale de ella conectando con ese universo oscuro en
el que entro tanteando con un candil en la mano, atónito y entusiasmado,
indefenso y maravillado y nunca pienso que mis gavilanes se han equivocado, que
se han internado en el reflejo de mares que no hay y allí vuelan sorteando el
mordisco de los hambrientos peces azules de la tristeza, de las traicioneras
olas de una resaca imaginaria, porque el silencio nunca se ha hecho dueño de
mis manos y esta escotilla se llena continuamente de risas, de imaginación, de
rumores y gritos, de pasión desde y por ti y no hay sitio para las cortinas de
la apatía, de la rutina, del aburrimiento.
Ocurre que aquí no hace
frío, no hay tiempo, y caminamos ensimismados por lo cotidiano, el amor, ya
sabes. Ocurren maravillas, arde el cielo y una cama, aparece una estrella en el
horizonte, unos ángeles con escafandra duermen sobre regalos brillantes y tú
misma estás atada por lazos amarillos.
Ay, mi lunática querida,
me invitas a saltar a tu ribera sin saber que soy un explorador incansable; me
animas a entender sin saber que siempre he entendido, que sé, que no quiero
saber tanto, que bastante me asusta sentir tanto, tanto, tanto; me sugieres que
empuje con fuerza mis sueños y no sabes que soy Sísifo, arriba y abajo y nunca
llego, por suerte, y la vida es esta apasionada carrera en la que no alcanzamos
la cima y luchamos y gracias, mi querida excéntrica, siempre nueva, siempre
otra, deseada, sensibilidad y maestría, belleza, inteligencia y ternura,
persona que debería estar en el número uno de la lista para mejorar la manera
de decir, para aprender de su fondo de humanidad, profundo, y ya, que se te
colorean las mejillas y eso suele preceder a explosiones en la superficie
lunar, en tus palabras que raspan.
Ahora te envío un beso y
esta literatura que no puede suplir la poesía de nuestros cuerpos juntos con
los ritmos de las mareas, el canto de las aves marinas, el roce de las nubes y
tus ojos alegres, chispeantes, cercanos, eso, que te recuerdo, no podría
olvidarte, ocurre también que aquí, dentro y fuera de mí, la vida hierve, sí,
hierve, y me como los días en un festín lujurioso de emociones y sentimientos,
de disfrutar los minutos que nos queden, justo antes de recordar que vives en
un satélite vacío, de polvo y soledad. Aun así te quiero, mujer de otro mundo.
2 comments :
Un día inferno hoy. Y una lectura inyectada en vena. Una recarga de pulmones . Gracias por tus letras Pedro.
Siempre gracias a ti, Encarna C. por, entre otras cosas, tu fidelidad como lectora.
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