Él no esparció sal en los rosales.
En su memoria se confundían jardines
y conciertos de oboe, héroes y pergaminos, trágicas fábulas y confesiones
ocultas bajo las piedras.
En sus sueños veía nigromantes
dibujando el firmamento de los muertos y casas viejas habitadas por pintores,
artistas que fabricaban mundos nuevos al Sur, siempre al Sur.
Todo siguió su curso hasta el
hastío, hasta el préstamo.
No fue él quien esparció sal en los
rosales.
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