Poema de otoño (4 bis)
Cuarto
Apoyar la frente enfebrecida en la nublada celosía del confesionario. Enumerar los inasibles recorridos de la serpiente. Buscar un nombre para hacer cada crimen discernible. Dibujar las noches; las llagas de las paredes encaladas en la oscuridad, brillando; los colibríes enzarzados, enredando sus lenguas de pistilo bajo los rígidos almidones de mis tocas. Apoyar la frente. Abandonarse. Sentir cómo el anillo que atenaza mi corazón, se me resbala por el pecho como un crisantemo decapitado. (Virgo Potens - Ana Rosetti)
...tablero de un ajedrez donde siempre gana la muerte, esfuerzos inútiles por saber, saltos desde un tablero que se borra y ya no hay reglas, paracaidistas ametrallados antes de llegar al suelo, pasillos con candelabros y camino descalzo junto a príncipes agrícolas, labriegos sabios disfrazados de magos, pensamientos colgados de un cuerno de la luna, caer por un acantilado de rocas transparentes, un cable que lleve electricidad hasta la arena, entre caracolas y estampas de vírgenes mojadas por la pleamar, regueros de sangre, idiomas olvidados, barcos hundidos frente a la isla, ancianos desmemoriados, digo poema y digo no puedo, digo poema y digo cabalgata de frases como rosas blancas esparcidas en las cabelleras de vírgenes sacrificadas en el altar de la conveniencia, huérfanas vendiendo cerillas en los portales de mi voz de hombre, me besas ¿me quieres?, y no era eso, no lo era, alambres de dedos poco hábiles, la hija de la panadera, la sobrina de la portera del doce, la hermana del gordo Juan, golondrinas en llamas, colchones en el cuarto de atrás, boxeadores que murieron en África, hermosura de las nostalgias arrastrándose como toros majestuosos después de la pica, galopando como corceles con sudor en el lomo, con espuma en los belfos, con mi garganta herida de gritar en dialectos nuevos el nombre imposible, el que he olvidado, botellas de vino enfriándose en la ventana para cualquier celebración imprevista, paraguas defendiéndonos del sol que no calienta, cerebros girando en el ojo de un huracán, un termómetro de mercurio en la axila, enfermo por comer tantas cebollas, todos los secretos guardados bajo la barba blanca que define al pastor herido junto al abrevadero, ...(sigue)
1 comments :
Ana Rosetti, tus poemas de otoño y el cine… en este otro mundo brillan más.
Un beso
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