Poema de otoño (2 bis)
Segundo
Si con Noviembre un penetrante nardo ahogara los temblores de mis sábanas. Si lágrimas de lluvia diluyeran sucesos anteriores, y de mis ojos cayeran como hojas de otoño, desnudándolos. Si el tiempo desandase hasta cuando era inocente todavía y quieto y transparente. Y si, además, pudiera apresurarse, desplegar el velo que mi mirada contuviera, antes de que la suya alcanzara. Antes de que sus ojos sorprendieran en los míos el hechizo de Lucifer. (Virgo Potens - Ana Rosetti)
...y quiero llevar el himno del hambre, de mi ansiedad desde el cenit al nadir, de mis manos acostumbradas a modelar la soledad de las noches sin ella, de la agonía sin ella, resbalando en estrellas que murieron hace siglos, bordando amaneceres a su lado, con cantos de pájaros desconocidos rompiendo la mañana, con una espalda sudorosa acunada en mi pecho, con nuestros destinos atrapados por cadenas que nos impedían subir a respirar el aire sobre la tinta del mar de jibiones, el mar de Elantxobe, olas como tarjetas postales, rincones bajo la roca donde no cae la lluvia, barcos anclados, marineros jugando al mus en la taberna de R, con sirenas pintadas en los brazos, con blasfemias saliendo por las ventanas que dan al puerto, peces hirviendo en la pleamar de la madrugada cuando todos duermen, ella y yo amándonos en la habitación junto al frontón, con cuadros de dirigibles alemanes y las velas consumiéndose, la gramola con discos que compré en Florencia y tangos que canta Goyeneche, cubrir su cuerpo con pañuelos de seda, besar cada flor pintada en ellos, acariciar su espalda, sus cicatrices de amores perdidos, invisibles tatuajes en el alma de los hombres que la hirieron, mutaciones de exaltación, besar sus pies de escamas, lamer su cuello como un caballo excitado, prisionero en su ombligo, en el hueco de su nombre, no sé como se llama, le llamo ella y escribo este poema de otoño que nunca será, que no es, que no sé, que perdí la voz en despedidas azules, la verdad, que decía verde y era verde y ahora digo aurora y llueve, digo manzana y las palabras se rompen en jirones, apenas sostenidas por bramantes dorados, ...(sigue)
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