sábado, 16 de diciembre de 2023

Leo Summers (1925-1985), “Fantastic”, Vol. 7, #8, 1958

 


Apenas mediaba diciembre  y ya un amago de lluvia había puesto el cielo del revés, el frío nos mordía las orejas sin ninguna consideración, los problemas indelebles estaban en fila como botellas de leche en su caja de cartón, uno, dos, tres, este era el arduo oficio de la vida y además no tenía espada, ni coraza mientras G. me hablaba de hormonas, de su falta, de su falta de deseo, se refería la sexual, yo le hablaba de las mías, mis hormonas, de su exceso, de mi insaciable deseo, me refería también al sexual, claro, tomamos un vino y aquí paz y después Gloria, entonces llegó T y mandó a parar, como el comandante, como los que mandan, que cuando llegó en autobús fui a esperarla con una orquídea y me la hizo comer, allí, delante de todos, sin sal, sin tenedor, a pelo, como el día de las velas, que preparé la mesa con los platos de mi abuela, los buenos, los que me tocaron en el pito, pito, gorgorito de la primera herencia, me pasé toda la tarde cocinando, qué quieres, coloco un candelabro romántico, enciendo dos velas rojas y va y llega y dice que es vegetariana que ella ha venido a follar y que menos pamemas, al lío, una romántica, como C. que en las reuniones de facultativos que presidía debía generar temas, dar la voz y la palabra (¿es lo mismo?), hasta que A. levantaba la mano y pedía turno para su vagina, que quería hablar, expresar su opinión, qué menos, las vaginas hablan poco y así nos va, como a S (en realidad no sé cómo se llama) que fue miss Santander y ahora está con la cabeza perdida buscándola por los pasillos de un residencia siniestra, con su marido ex boxeador que ha perdido el juego de piernas, incluso las mismas piernas, ocultas bajo una manta compasiva, oculta su pena, disimulándola con apariencia de normalidad, un decorado, cómo diantres vamos a estar normales si apenas asoma el invierno y no para de llover, el frío, los problemas y estas poco disimuladas ganas de sexo, como en febrero, como en junio. Ya te digo.

2 comments :

María dijo...

Aquí, cuando llueve nunca hace frío, siempre nos movemos en esa ambivalencia, si hace frío, no llueve , si llueve, no hace frío...Lo malo es ir descompasadado o a contrapié
;) Abrazo fueeerte!!!

Pedro M. Martínez dijo...

María ahí le has dao, ir a contrapié es un riesgo, hablar de amapolas en Yibuti, caminar por el borde de la nada, siempre te puedes despeñar por el algo, descompasarse es romper las normas de otro, otros, y yo soy de esos, la historia la escriben los que ganan, siempre estuve entre la tropa derrotada, una elipsis, es decir, no decir para decirlo, patalear en la grada, silbar en el anfiteatro, hablar por no callar que no, que el camino largo que baja y se pierde (algo parecido a un tango), por ejemplo hoy, nos dijeron que estaría el cielo despejado y no se ve tres en un burro, la niebla, se equivocan o nos mienten, nos atemorizan para que, quizás no, quizás sí, te leo y te veo, escribir es un alivio, se puede decir sin decir, La Codorniz, la revista más audaz para el lector más inteligente, terminaba con un cuento de Rafael Castellanos, “Tiemble después de haber reído”, esto no termina aquí, sigue pero luego, mañana, espero, la transparencia, los rayos X, El señor X, X = Y, pues eso, ya te digo. Abrazos salteados.

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