martes, 13 de septiembre de 2022

Le boeuf écorché de Rembrandt

 



Le boeuf écorché de Rembrandt (1655)


El término extimidad de Jacques Lacan (“es lo más íntimo justamente es lo que estoy constreñido a no poder reconocer más que fuera”), cuya estructura ha sido dilucidado minuciosamente por Jacques-Alain Miller, define algo así como la exterioridad de lo más íntimo.

Con rapidez, los listos, los expertos, los gurús, se han apropiado de él aunque lo usan con un significado ligeramente diferente al del psicoanalista francés. Serge Tisseron asegura que “…es la exposición literal de los aspectos íntimos de la persona, pero, lejos del supuesto fin de las redes sociales, esta sobreexposición no se hace para compartir. De hecho, FB se ha convertido cada vez más en interminables monólogos. El individuo usa a los otros para reafirmarse como si fueran un espejo porque tiene la imperiosa necesidad de crear un personaje diferente a sí mismo, una autoimagen más brillante”. Es decir lo que ahora se llama postureo, algo no autentico, una pose.

Es cierto, millones de personas formamos parte de alguna comunidad virtual, de las redes sociales léase blogs, Facebook, Twitter o cualquiera otra parecida, incluidas la que seguro saldrán mañana mismo. Zygmunt Bauman dice: “… Internet abre posibilidades que “la vida real” negaba. La posibilidad de lograr reconocimiento para una identidad sin siquiera adoptarla realmente.” Cada día utilizamos estas vías de comunicación, usamos la tecnología que permite compartir nuestra identidad, o construirla, imaginarla, hacerla nueva. Quizás esta sea la verdadera y la inventada es la otra, la de antes.

Según Paula Sibilia “En este contexto, irrumpe la "extimidad". Esta especie de neologismo, que foguea la idea de hacer externa la intimidad, parece ser el gran protagonista de la escena contemporánea, acompañado por los diversos modos que asume el "yo". (…) flota en el aire una suerte de "narcisismo exacerbado" –u "ombliguismo"– que deriva en sociedades que privilegian las "apariencias" por sobre las "esencias". De esa manera, el ser y el parecer se (con)funden.”

Bauman afirma que :” …todo el perfil de un usuario está armado de tal forma que produzca en el otro algo, es una personalidad virtual, no real. También queda en evidencia la redundancia del “otro” en cualquier rol que no sea el de avalar y aprobar. En el juego identitario de Internet, el “otro” queda reducido a su núcleo duro de instrumentos manipulables para la reconfirmación personal, despojado de todos o casi todos los rasgos irrelevantes para la tarea que todavía se toleran en una interacción offline. (…) La socialización virtual sigue el patrón del marketing, y las herramientas electrónicas de ese tipo de socialización están hechas a la medida de las técnicas de marketing.” Pues tiene toda la razón ¿no?

Cuando tantas personas nos apuntamos a esta forma de expresión está claro que un cambio importante se ha producido en la forma de entender la intimidad. Por supuesto la clase social, los conocimientos o la edad no son un obstáculo,  no es solo un fenómeno adolescente. Lo que no está claro es dónde nos llevan estos cambios. Dado que no controlamos el futuro limitémonos a construirlo.

Me encanta esta posibilidad de jugar entre lo que siento y lo que exteriorizo. Como ejemplo, cada día dejo mi blog y este muro perdidos de extimidad.


(¿He dicho jugar o he dicho escribir?)

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