Frank Horvat, Gare Saint-Lazare, Paris, 1959
Como al azar, Teresa Salgueiro cantaba en el pórtico y
desde sus labios se movilizó la ternura, trajo un río con peces descoloridos y
libélulas verdes que sorteaban los juncos de las orillas. Ahí empezó la cosa.
Sí. Desde
las tinieblas hice un voto de luces y lo seguí con
obstinación. En aquella soledad luminosa aprendí, entre otras cosas, que las
ecuaciones diferenciales tienen que ver con la evolución de las estrellas y con
la meteorología. No aprendí mucho más.
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