Atlas de anatomía
Nena,
aquellos sí que eran tiempos duros, del
cielo llovían plumas, quizás morían los halcones encima de las nubes, quizás
una bandada de estorninos estaba en guerra con las alondras, quizás los ángeles
estaban en plena muda. Se lo pregunté, pero Ella que tanto sabía, no pudo
contestarme.
Envalentonada por el erial de mi ignorancia comenzó una labor de decoración y pintura en aquellas zonas de mi cerebro en las que no había entrado el sol del conocimiento.
Niña, debo decirte que la única idea me ocupaba bastante, que el alcohol había vaciado casi todo excepto las cuatro reglas y la capacidad de distinguir entre una regadera y la curva de sus caderas.
Por eso empezamos aquellas clases prácticas de anatomía. Saqué matrícula de honor. Te lo juro.
2 comments :
Me ha gustado el texto, Pedro, también los últimos de Parker o el que recogieras de Elisa Díaz Castelo. Te noto de humor, cercano a una especie de surrealismo coñón que es toda una inspiración. Felicidades. Un cordial saludo.
nadie pues muchas gracias, hombre. En este páramo (casi) de comentarios agradezco mucho tus palabras. Digamos que llevo aquí tanto tiempo que puedo escribir un manual de resistencia, voy a lo mío, disfrutar de lo que hago. Tiene su mérito. Un abrazo. Feliz semana.
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