Subir al cielo
Cielo sin estrellas. En la bajamar apareció un cadáver en la playa y nadie era. Misterio de la muerte en la arena. Naves en la niebla con las velas llenas, brisas y sonrisas en el rostro de los marinos. Guerreros esparciendo el pánico por las riberas de pescadores. Pastores en las alturas cubiertos con telas de vivos colores para espantar a los demonios de las cavernas del sur. El viento esparciendo humos de hogares de viudas. Niños bajo las sábanas. Cuentos de lo de ahí fuera. Juegos detenidos en un tiempo de fuego y miedo. Ánforas rotas en la fuente. Malos tiempos. Casas en ruinas. Banderas en las cimas. Los ciegos caminando en hilera. Un cuervo en la rama de un álamo. Caminos sin caravanas. El puerto saqueado una y otra vez. Plaga de dolor. Sangre sobre el altar de mármol. Lictores ausentes. Crece la hierba entre las piedras. Las vacas sagradas pastan ajenas a desarrollos y secretos, al tiempo que vendrá, a la utopía. Los sacerdotes invocan a los ángeles con alas doradas – no saben que hay que subir al cielo con las manos-.
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