Parker mirando por la ventana
Parker mira por la ventana y ve la espuma, a veces
náufragos, veleros casi hundidos, cormoranes volando bajo y unos ojos que le
miran desde el espejo. Llega a una certeza, Marie no es el centro del mundo, los planetas de la salvación no pasan
por sus órbitas. Entonces las estrellas de la alegría brillan sobre su cabeza y
sonríe porque recibe cartas de amigos de la infancia, como si dijera, que le
escriben bajo la lluvia de otros países, que le mandan mensajes dentro de
imaginarias botellas, que no esperan los
suyos sentados en islas sin palmeras, con señores vestidos de negro que
llenan sus sueños nocturnos con extraños circunloquios, con subconscientes
culpables y realidades que no son, cosas de los sueños, ganas de dar vueltas a
la noria justo antes de ver a Marie que baja de su coche y camina hacia él con paso
decidido y se le alborota la mente con dibujos animados que corren y despliegan
pancartas con corazones derretidos y sabe que es el preso número nueve y ya
está.
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