Niño futuro
Rafael Berrio es necesario para
saber que es posible, que todavía, aquí, hay lugar para la poesía, la
imaginación, la inteligencia, la provocación, lo difícil y por ello valioso, lo
sencillo de tan natural.
Ha firmado maravillas con Amor
a traición, poniendo música a Cioran, ha dejado perlas en 1971, en Diarios, en
Paradoja, con Deriva.
En este “Niño futuro” demuestra ahora que es imprescindible en ese
apartado llamado arte, cultura, canción, poesía o llámalo como quieras. Sin
canciones así no sé dónde va la música
que se escucha aquí.
Ahora bien, si en vez de nacer en Minnesota
naces en Donosti y se entiende lo que cantas debe ser más complicado que te entiendan.
Porque Rafael Berrio no será fácil
para muchos, pero para los que sí es un deber preservarlo como alguien
necesario, ya te digo.
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