Parker y los pobres.
Parker
sabe que algunas personas no tienen
números guardados en cajas, ni sueños, que hablan inglés, alemán, euskera pero
no suelen decir hola, o despedirse, o llorar. Alguien mató el gato que
nunca tuvieron y desconfían de los vecinos y de los ausentes, de los que llegan
y de los que nunca han estado. Tienen el corazón asediado, las encías
enrojecidas, por su frente pasa un río de resentimiento, de sus dedos se
desprende un mortecino brillo de infelicidad. Pobres.
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