miércoles, 28 de enero de 2015

Siete horas

Cada una de nuestras relaciones con el hombre y con la naturaleza debe ser una expresión definida de nuestra vida "real", "individual", correspondiente al objeto de nuestra voluntad. Si amamos sin producir amor, es decir, si nuestro amor como tal no produce amor, si por medio de una "expresión de vida" como personas que amamos, no nos convertimos en "personas amadas", entonces nuestro amor es impotente, es una desgracia".
(Karl Marx, "Die Frühschriften", Suttgart, Alfred Kröner Verlag, 1953, pags. 300,301.)




Hola, esto es para ti, que entraste en mi correo y dijiste: Eh, alienígena, ¿qué quieres decir con lo que dejas en el blog?, escribe claro-. Y justo entonces yo ya estaba en el día siguiente. ¿Te fijas? en el día siguiente.

Es curioso vivir siete horas por delante, cuando tú desayunas yo estoy comiendo, cuando paseas yo duermo, cuando tú sueñas yo sueño. Jamás coincidirán nuestros relojes. No podrán coincidir, me los he comido, todos, minutero incluido. Mi estómago es un puro tic-tac, mi corazón late con ritmo monótono. Por eso te escribo con un dedo, de pie, con una taza de café en la mano izquierda, me sostengo sobre una sola pierna, como un equilibrista, pero no me creas, no soy yo, te escribe otro, mi otro, no leas si no quieres, pero quiere, por tu bien, porque mis manos se han convertido en garras, mi voz se ha tornado en gruñidos que nadie entiende, mi cuerpo está deformado en músculos exagerados. Me miro en el espejo y veo un monstruo informe que da vueltas sobre sí mismo, con ojos tristes, con largos brazos velludos. Me doy miedo. Inés pasa a mi lado por el pasillo y no me reconoce. Curiosamente no se asusta. Isabel -que ha dormido conmigo esta noche- tampoco se asusta, es más, sonríe pícaramente. Quizás me sentó mal la cena, me comí un gato y un pastel de arándanos. Quizás de tanto pensar está saliendo mi tercer yo. No lo sé. De momento he matado al vecino del cuarto, el que baja –bajaba- la basura antes de la hora, el que siempre se deja –dejaba- la puerta del portal abierta. También he espantado a dos monjas que pedían, al cobrador del gas y a varios paseantes despistados.

Te informo de mi alegría de vivir y mi entusiasmo porque estos días transcurren dentro de lo deseable (excepto que cumplí años). Con todo, tuve tiempo y sobre todo ganas, de escribir estas vivencias cotidianas que se me ocurren antes de dormir, porque aunque no lo sabré nunca - ¿nunca?- quiero conservar el privilegio de que lo leas.


Aunque nos separen siete horas.


2 comments :

Encarna c dijo...

Fantástico. Me has hecho hasta reír con el de la basura etc. Y dentro del sarcasmo tú punto trasmitiendo. Buenas noches Pedro.

Pedro M. Martínez dijo...

Pues no creas, Encarna C, hacer reír es bastante difícil. Me alegro haberlo conseguido. Buenos días.

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