No quiero recordar
Es lo que queda:
la perversión final del artificio,
la impostura del arte o su creencia.
la perversión final del artificio,
la impostura del arte o su creencia.
(Joaquín Pérez Azaústre)
Una
sagaz arquitectura este decir de versos empaquetados en papel de estraza, en
miradas, en silencios en la mitad de un puente sin orillas. ¿Quién soy?, ¿de
dónde vengo? soy, lo sé ahora. Dónde voy está claro, la negra dama está
bailando bajo la parra.
Pensaba, mientras llega, en despertar a otra dama en su calle aletargada, ser zahorí en su páramo, jardinero para sus huertas agostadas, recibir bendición de luz de su mirada, recorriendo mi cuerpo en desnudez que preparo en músculos que brillan, mis brazos que añoran las cópulas bajo la etérea cúpula del aire, techumbre de cielo, estrellas, gavillas de trigo, lechuzas en las ramas, rumor de otras noches, cuando la lengua buscaba el temblor entre sus piernas, cerrábamos los ojos y las manos recorrían a tientas sus leves pezones morenos, la línea de sus glúteos, los muslos tensos, la espalda estremecida, el hueco del cuello, sus orejas, la húmeda respuesta de su cuerpo, -ven – decía- que no puedo-...
¡Basta!,
no quiero recordar.
2 comments :
No pierdas tú sonrisa recordando. * Cómo me he reido con la imagen superior. Eres tremendo. Buenas noches Pedro. Gracias.
Encarna C, lo que busco (aquí) está en el cómo, no el qué. Abrazo.
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