Llueven pájaros en esta orilla
No quiero contemplar el mundo racionalmente
para que me devuelva la mirada racional;
no quiero ningún equilibrio.
(Imre Kértesz)
De madrugada salgo dispuesto a cazar un ángel.
Asusto a las diez palomas posadas sobre una cerca.
Rastreo entre los puntos cardinales de las calles vacías en la bruma.
Quiero atrapar esa luz escarpada que rodea a los serafines.
Meto mi pie en el agua fría del río turbio, del río que arrastra el cadáver de los delirios de ahora.
Me envuelve un silencio vegetal pleno de recuerdos, perdedor de batallas entre sábanas, noches, nombres olvidados, anfibios, niñas que nunca serán mujeres a mi lado, silencio y un ramillete de romero.
Insectos con largas patas de hielo me recorren los tobillos.
Las carpas nadan a contracorriente y la soledad corta suspiros con su cuchillo húmedo.
Camino por galerías de musgo, como un explorador que clava banderas negras en la geografía de un cuerpo desnudo.
Camino y miro.
Asusto a las diez palomas posadas sobre una cerca.
Rastreo entre los puntos cardinales de las calles vacías en la bruma.
Quiero atrapar esa luz escarpada que rodea a los serafines.
Meto mi pie en el agua fría del río turbio, del río que arrastra el cadáver de los delirios de ahora.
Me envuelve un silencio vegetal pleno de recuerdos, perdedor de batallas entre sábanas, noches, nombres olvidados, anfibios, niñas que nunca serán mujeres a mi lado, silencio y un ramillete de romero.
Insectos con largas patas de hielo me recorren los tobillos.
Las carpas nadan a contracorriente y la soledad corta suspiros con su cuchillo húmedo.
Camino por galerías de musgo, como un explorador que clava banderas negras en la geografía de un cuerpo desnudo.
Camino y miro.
Llueven pájaros en esta
orilla al otro lado del río de los sueños.
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