Sabes que no te creo
¿Ves la
flecha? Estás aquí -consulta el plano-, en la esquina de esa calle, a punto de
llegar a la plaza de Santa Ana donde...
¿Recuerdas?
Me refiero a aquel hotel…
No, no lo recuerdas.
No es necesario que finjas.
Dilo.
Grítalo.
Y déjame en paz.
¿Para qué te asomas ahora?
Anda, anda, lee y vete.
Desmemoriada.
(Pero sabes que no te creo, sé
que recuerdas cada vez que puse mi mano en tu cabeza)
(Y cuando no)
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