Córdoba ahí, ya lejos..
Pasado Córdoba, que encuentro pasajes
bellos, crípticos, amalgama de conocimientos y poesía.
Pero, ay, la emoción.
Pasajes que cuentan, que
cantan, sin recato, sin guardar para mañana, dejando sobre la mesa garbanzos y
pétalos del cerezo, la sombra de un alcornoque y el vuelo de una cigüeña, la
estela de un reactor en el cielo de enero y la promesa de lo que vendrá, de lo
que puede venir a nada que nos lo propongamos.
Pero la emoción.
Si, la vista de esa vega
sevillana desde un balconcillo de Carmona, aún no amanecía y llevaba más de 800
kilómetros de noche oscura, confidencias radiofónicas y M a mi lado,
cantándome. Paramos ahí y el día se hizo.
Y la emoción.
Es importante, se tiene
o no se tiene, se consigue o no.
También esconder el
venablo dorado en terciopelo, que parezca pero que no, esperar el golpe
certero, cuando el otro gire la cabeza, a traición, Vellido Dolfos emboscado en
la puerta que da acceso a la emoción.
“¡Rey don Sancho, rey don Sancho!, no digas que no te aviso,
que de dentro de Zamora un alevoso ha salido;
llámase Vellido Dolfos, hijo de Dolfos Vellido,
cuatro traiciones ha hecho, y con esta serán cinco.
Si gran traidor fue el padre, mayor traidor es el hijo.
Gritos dan en el real: -¡A don Sancho han mal herido!
Muerto le ha Vellido Dolfos, ¡gran traición ha cometido!
Desque le tuviera muerto, metiose por un postigo,
por las calles de Zamora va dando voces y gritos:
-Tiempo era, doña Urraca, de cumplir lo prometido.”
Se tiene o no, no se
compra, es caprichosa, aparece detrás de los cedros.
Su ausencia nos tortura.
El resto será cosa de
negociarlo, no vaya a ser qué.
Córdoba ahí, ya lejos.
2 comments :
Me gustan tus letras viajeras, en las distancias cortas.
Abrazo
Te lo agradezco, Brisa, me gusta que viajes conmigo en esta distancia que sí, siento corta. Un abrazo.
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