Música muerta.
Me gusta la música, siempre me ha gustado.
No
quiero entrar ahora en exponer mi catálogo de preferencias, de gustos.
Dejémoslo ahí. Soy coleccionista de música en diferentes soportes. Que recuerde
ahora: rollos mecánicos, discos de pizarra, vinilos, diskettes de 5 ¼ y 3 ½,
casetes, CD, DVD, MP3, etc.
Los
diskettes los tiré a la basura.
De
los rollos y los discos de pizarra ni hablo. Me ocupan sitio, se empolvan.
Se
estropeó mi reproductor de casetes y no he encontrado piezas en ningún taller.
Ahí están las cintas, olvidadas; no las tiro pero no me sirven ya para nada.
Un
día dejó de funcionar el sistema de tracción del giradiscos y la tienda donde
lo compré había desaparecido hace años, la marca también y nadie me dio ni una
pista de dónde repararlo. Mis discos, una pared del salón entera, por orden alfabético,
se llenan de olvido, muchos siguen con el plástico, sin abrir, sin escuchar.
El
mes pasado entró un virus a mi ordenador y no he sido capaz –ni Karspersky- de
quitarlo, de arrancarlo, adiós, finito, no funciona, toda mi colección de
archivos en MP3 perdida, seis años de recopilación. Quiero comprarme otro PC,
pero no tengo dinero para eso, ahora.
Por
eso me he centrado en mi colección de CD´s. Tengo cientos, miles, perfectamente
organizados; me pides un cantante, un grupo, una orquesta y ya, lo encuentro al
momento.
Mi
equipo de música es un Linn con
pantallas Nexus,
pre-amplificador de estado sólido Kairn, un
reproductor Karik,
una amplificador de potencia Klout y
un plato Thorens (sí,
el estropeado).
Dedico
mucho tiempo a escuchar jazz, ópera, grupos de los 60, de los 70, de los 80,
sinfonías, sin orden, cambiando, me agradan todos los géneros, folk, canciones
brasileñas, italianas, francesas, ritmos suaves, fuertes, solistas,
pandereteros, virtuosos de la flauta dulce, del violín, piano, castañuelas,
cantaores, los que silban, joteros, rockeros, pop, indie, etc, etc. Mientras
escribo, me acompaño con melodías, pianos, baterías y voces, maravilla de la
música. No la escucho nunca cuando hago el amor (eufemismo) ya que tarareo las
canciones y no me concentro.
Esta
mañana me apetecía escuchar a Cecilia Bartoli;
coloco el CD y nada, silencio. Se habrá roto- pienso. Cambio a Paolo Conte y tampoco
suena. Pruebo con Celentano, nada.
Frenético, lo intento con toda mi colección y después de varias horas compruebo
que ninguno funciona. Me asomo a la ventana y no se escucha música, solo
coches, ruido, gritos, truenos a lo lejos. Llamo a Javi y me llegan
sus lamentos. No puedo escuchar mis Cd´s –gime-. Algo ha
ocurrido. Veo un bulto pasar por la ventana, me asomo y en el suelo yace el
cuerpo del melómano del cuarto, se ha suicidado. De la casa de enfrente se
lanza otro aficionado al bel canto, con los brazos en cruz, plaff, se
estrella contra los adoquines de la calle. Enciendo la televisión, un Sálvame
que se interrumpe para informar de suicidios masivos por ausencia de música, de
inexplicable lavado de soportes, de que se han borrado todos los Cd´s del
mundo.
Además
me he quedado mudo.
Entonces
me despierto y ya no llueve.
La idea es buena, pero no tengo tiempo (ni ganas) para desarrollarlo a mi gusto.
Sentado en la cama pienso en cuantas tonterías debo colgar aquí para mantener mi absurdo reto personal del post diario.
Y
que paciencia tenéis conmigo.
Gracias, guapas, guapos.
El Cd, soporte para la grabación de datos, fue desarrollado en 1979 por un holandés, Joop Sinjou. Están fabricados con plástico de policarbonato y recubiertos por una delgada capa de aluminio reflectante, donde se graba la información digital. Se complementan además con una película de laca protectora para evitar que la capa de aluminio sufra daños. Los peligros para este soporte de información son: la luz ultravioleta, que altera las propiedades ópticas del policarbonato, el frío, la humedad, y la oxidación que puede afectar a las capas protectoras. El mayor peligro para la duración de los CD son -claro- que surja una tecnología que los mejore y reemplace. Que vendrá. Y pronto.
2 comments :
Hace tanto que no comento nada aquí que no recordaba ni cómo me llamaba. Menos mal que la maquinita sí lo recuerda...
Titánica tarea la suya señor.
Podrá morirse la música pero nunca las canciones o al revés si prefiere.
Somos música aunque nos cuesta afinar.
Un abrazo de buen año.
No tires nada aunque no funcione o no se puede escuchar. Es cómo un abrigo de recuerdos. Además todo ordenado. Es tú museo. O un refugio. Leerte es una calma antes de dormir. Gracias y muchas Pedro.
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