Omotola
UNA AFRICANA EMERGENTE
Es una mujer rotunda, de armas tomar, oronda, de formas generosas y aire matriarcal a la que sus seguidores llaman sin pudor Omosexy. En realidad, Omotola Jolade Ekeinde (36 años), a la que en África consideran la Angelina Jollie negra, es una especie de heroína nigeriana, una estrella que ha participado en más de 300 largometrajes, la encarnación de la maternal África y un personaje público con su propio reality show, 'Omotola: the Real Me' difundido en 52 países y seguido por más de 50 millones de telespectadores de todo el mundo.
La nigeriana fue elegida el pasado año como una de las personas más influyentes del mundo por la revista 'Time', e incluida en el mismo paquete que el papa Francisco, Beyoncé, Michelle Obama y Kate Middleton. En la cena de gala donde se reunieron los galardonados, Omotola se fotografió entre Daniel Day-Lewis y Steven Spielberg a quienes informó largo y tendido sobre el fenómeno de la industria cinematográfica nigeriana. Nollywood es hoy la segunda productora del mundo en cuanto a películas (2.500 al año), solo por detrás de India, pero por delante de Estados Unidos.
Las historias, sencillas y rodadas en fórmula 'low cost', se filman en unos pocos días y salen directamente al mercado en DVD o son difundidas por internet. Inundan el continente, pero también llegan a los millones de emigrantes africanos asentados en Estados Unidos, Europa, Reino Unido y Canadá. Omotola, de etnia yoruba, es su emblema. Sus generosas y fecundas caderas arrasan. "Sus redondeces gustan porque en Nigeria la imagen de una mujer poderosa se asocia con un cuerpo algo grueso; son mujeres que triunfan y dominan", apunta uno de los colaboradores de la actriz. Ella ha llevado su indisimulado poderío sexual al extremo de lucir en su coche una matrícula con la leyenda 'Omosexy'.
"El público me conoce hace mucho, han crecido conmigo y pueden identificarse con mi vida porque soy actriz y, además, madre de cuatro hijos... Es verdad que el mío no es un caso demasiado común en África", ha declarado Omotola a 'Le Monde'.
En las entrevistas televisadas Omotola se muestra como una persona voluble y divertida, que acostumbra a terminar sus frases con carcajadas enormes, volcánicas.
Trabajo de noche
Su carrera se inicia como maniquí y debuta, con 17 años, en el cine. "No era fácil. Para una jovencita era tabú dedicarse a rodar películas. Estábamos consideradas prostitutas...", explica Omosexy. Su vida contiene también algunos de esos rasgos de tragedia que tanto gustan al consumidor y sobre los que se asientan muchos cuentos de hadas modernos. Nacida en el seno de una familia de posibles, con cuatro hermanos, su infancia sufrió un serio revés tras la muerte, en accidente de circulación, de su padre. Ocurrió cuando la niña tenía 12 años en una de esas infames carreteras africanas, apenas un cordón de tierra roja abierta con excavadoras entre la selva. Omotola tuvo que buscarse la vida.
Aún adolescente, se puso a trabajar en la noche para ayudar a alimentar a la familia. "Si mi padre no hubiera muerto, no sería actriz", recuerda la primera mujer africana en superar el millón de seguidores en Facebook. Hoy 1,3 millones de personas visualizan en la red las fotos de los eventos sociales a los que acude la star nigeriana y los abigarrados vestidos que usa. En una característica inusual, la mayoría de sus posados incluyen una vista posterior que muestra el efecto que causa el modelito en las caderas y el trasero de la actriz.
Además de este componente carnal (tan frecuente en África como enterrado por las convenciones europeas), la figura de Omotola posee un aire singular, ligado a la cooperación y a la denuncia de la injusticia en su país. En la red son frecuentes sus mensajes alertando sobre la inmunidad de que gozan los más poderosos y sobre los abusos que sufren los ciudadanos de la joven democracia nigeriana. Corrupción, conflictos entre católicos y musulmanes, desigualdades, polución extrema por derrames en el delta del Níger y la presencia de la guerrilla islámica de Boko Haram en el Norte, desdibujan ese floreciente panorama africano en el que brilla Omosexy con luz propia.
Pero ella no quiere dedicarse a la política. Desdeña el dinero y persigue seguir cerca de sus admiradores para llevarles, dice, un mensaje de "esperanza". "Hay luz al final del túnel", clama.
La nueva 'jet' petrolera
Omotola colabora con organizaciones de ayuda a los pobres y es, desde 2005, embajadora del Programa Alimenticio de Naciones Unidas. También ha hecho campaña junto a Amnistía Internacional (AI) contra la mortalidad infantil en Sierra Leona. Hace un par de años, y bajo el amparo de AI, exigió al gobierno de Nigeria y a la petrolera Shell que "paguen y limpien" la contaminación provocada por la actividad petrolera en el delta del Níger. Medio ambiente, injusticias sociales, derechos de los niños y de las mujeres, Omotola enarbola todas las banderas... allí, y en casi todas partes, son muchas.
Ella es un fenómeno en Nigeria, el país más densamente poblado de África con sus 175 millones de habitantes y que vive un espectacular desarrollo económico basado en el petróleo.
Y, aunque aquí solo la conozcan los 50.000 nigerianos que residen en España, en África, Omotola es una figura de primer orden. Los nigerianos asentados en nuestro país la consideran una especie de reina y conocen su vida y sus andanzas al dedillo. Es un ejemplo de éxito. Como nuestras folclóricas, las nigerianas, mientras se elaboran sus vistosos y complejos peinados, relatan que su marido, Matthew Ekeinde, es piloto de aviación y que la pareja volvió a casarse, en 2001, en una ceremonia... en mitad de un vuelo.
También Nigeria, con una tasa de crecimiento del 7%, se ha convertido en un filón para los especuladores. Lagos es la capital económica y bulle de nuevos ricos. Al lado de barrios de chabolas hay paneles gigantes donde se anuncian los últimos modelos de todoterreno y coches de lujo. Omotola, claro, conduce uno y vive en Victoria Island, una exclusiva urbanización para la jet petrolera. En Nigeria, series como 'The Island' retratan la vida de esos nuevos ricos que viajan en Porsches Cayenne, se van de compras a Emiratos y pasean su opulencia entre sus vecinos descalzos. "La serie muestra la vanidad, el orgullo, la corrupción y la locura de ese mundo. Pero yo soy una rebelde. Puedo pagarme todo eso, pero no lo quiero. Tengo una casa allí, pero no vivo en ella. No quiero estar entre los ricos... En África -ha reconocido en una entrevista- es difícil tener éxito sin corromperse o robar. Cuando la gente ve mi lucha se anima. Saben que pueden hacer carrera, tener una familia y luchar por causas justas", apunta Omotola. "Sigo al lado de la gente", sostiene esta mujer petrolera.
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