Vías (no, las respiratorias no).
Anteayer, nadie las recuerda, por unas vías sucias
(ahora paseo magnífico) iba y venía el tren a Santurce (hoy Santurtzi), con
trabajadores y otras gentes, viajeros, margen izquierda, (definían los que
después fueron poderosos) esos, no nosotros (decían). Ahora, por vías paralelas
a aquellas, por un paisaje de titanio, árboles y estatuas absurdas, corre un tranvía
verde, brillante. Recuerdo que las líneas paralelas, las coplanares, son las que nunca se encuentran, las que nunca se cruzan. Igual que ayer y ahora,
igual que los márgenes, a veces parece que sí, que van a coincidir, ilusiones,
demasiados empujan para que nunca sea posible, la divergencia, tú blanco, yo
negro, tú ahí y yo también pero sin mezclarnos. Exagero (o no). Escribo y lo dejo aquí como si lo que cuento
fuera importante (¿no lo es?) Lo dejo aquí como en el centro de un laberinto,
nadie llegará, hace demasiado frío en Austria. Sé un poema que recito en las
despedidas de mis conocidos. Ellos se ríen, no quieren saber, escogen la parte
amable del abismo. La duda se balancea, hay que ser valiente para subir a ese tren
oscuro, perdido en lo que era, a veces la memoria es un harakiri, no estamos ya
para emociones fuertes, mejor esta prisión mullida, no ver, no escuchar, no
sentir. Hagan juego señoras, al final del pasillo hay un espejo.
4 comments :
Las vias ferrovoarias, incluso las que parecen no cruzarse, suelen tener incorporado en las zonas de empalme la posibilidad de variar la dirección, lo que anituamente hacíanlos aguda agujas, esos que en las pelis salvaban in estremis de un descarrilamiento a la locomotora que venía enloquecida directa a liquidar a los pobres viajeros que epseraban tranquilamente en la estación. No creo que exista ya, tal cual mencionabas ayer el concepto de clase ¿ qué clase ? ¿la clase de lengua, mates o literatura? porque la alta, baja y media pasó a la historia. No conozco esa línea de la que hablas pero te dejo un regalito de buenas noches por si está aquí ese tren oscuro al que te refieres ( escribí en la barra de busquedas : línea de Santurce a Bilbao años 70 y me apareció esta página... soy muy curiosa ; )
jajajaja parece que bebí al escribir eso jajaja lo siento, no se entiende nada.. ¿ por qué no reparasé antes de lanzarlo ? sorry ; )
Te aviso soy diléxica y disortográfica, a veces me ataca como ahora... perdon : (
La palabra más bella es María (que cantaba Richard Beymer, https://www.youtube.com/watch?v=t3sGt_4d8zo) y para cantarla no hace falta saberse la letra de memoria. Otras cosas si son necesarias. Conciencia de clase, un concepto marxista (qué dice este loco un domingo de buena mañana). “Desde Santurce a Bilbao vengo por toda la orilla con las faldas remangadas luciendo la pantorrilla”. Hay situaciones, injusticias, mal reparto de lo público, de la riqueza, que pasaban antes con los que llevaban chaquetas amarillas. Estábamos tranquilos, sabíamos que aquellos tiempos pasarían cuando los nuestros, los de las chaquetas verdes, llevasen el timón de los barcos ebrios. Líneas paralelas, solo se cruzan en el infinito que está muy lejos, inaccesible, se cruzarán cuando no haya chaquetas de colores o vaya usted a saber. Jon Rahm (Barrica –Vizcaya) lleva chaqueta verde y gana torneos de golf, pero en su casa se la quita, para cenar y eso, no mezcla lo suyo con lo nuestro. Cierto, no llegaba a gueto, solo era un concepto rozando lo peyorativo, lo excluyente, una marca, no eran de los nuestros, entonces, pero la historia es curiosa, según quién la cuente parece una cosa y la contraria, según quién la ignore es muy fácil de manipular, ganar batallas que se perdieron, hacer buenos a los malos, convertir lo negro en blanco. Que sí, oye, que Esos cambiaron la chaqueta y a los de dentro. Esperanza primero, decepción después, nada cambio. ¿Has visto “Cómo ser John Malkovich”? pues así, todos tenían la misma cara (dura) y así nos va, desde Santurce a Bilbao y desde otros lugares (no voy a citarlos ahora porque voy a desayunar que ayer cené poco y uno está en esos momentos en los que necesita energía). Un abrazo, curiosa María, a tus pies.
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