domingo, 2 de abril de 2023

La misma llamada, minutos después


(Aleksandr Rodchenko, At the Telephone, 1928)


Historia que sale de la historia, una noche de lluvia, música reclinándose en divanes no terapéuticos, excursiones por la ladera de un monte con fielatos y lecheras bajando su mercancía a la ciudad, desconocimiento de la palabra exacta, emblemas en la chaqueta, geranios en el balcón, una señal, el ajedrez como pretexto, posters en la pared, confidencias en el asiento trasero de un coche africano, el sexo como utopía envuelta en seda, cortinas ocultando el paisaje, cristales negros, una niña con una camisa de hombre, abrazos en la oscuridad de la cueva, calor en las mejillas, sudor, presentimiento del dolor, cuerpos abrazados con pasión descompensada, profecía, semilla, nadie sabe, nadie lo sabía entonces.

–Aún me recuerdas.
–Claro, nunca te he olvidado.


4 comments :

Julio Alcalá Neches dijo...

Por la cabeza de los que hablan por teléfono pasa siempre una novela. Tu texto parece el índice con los títulos de cada capítulo en particular de la historia que chispea en la mente de la persona de la foto. El final (o el inicio) de la historia, es la conversación. ¿Escribirás la novela?

María dijo...

Primero, sé que escribes, que esto no es un diario, debes perdonar que te comente como lo hago, porque siempre suelto lo pirmero que me sugiere lo que leo. Como te dicen arriba, efectivamente esta con la otra entrada parecen el principio de una novela. Hay llamadas que dicen más por lo que no se dice que por lo que cuentan, aun así aquí cuentas mucho y muy bien ¡ enhorabuena! y ya puestos a echarle morro, ahora soy yola que te hce una llamada a ti, si tiens tiempo y ganas, mira la entrada que acabode subir, ha sido como un grito a la nada por si alguien la escucha y entre todos se nos ocurre algo, que no se yo.. pero por intentarlo que no quede ; )

Mil gracias y otro abrazo ( no soy persistente, solo que cuando me gusta algo, siempre repito ; )

Pedro M. Martínez dijo...

Julio Alcalá Neches seguro que igual que tú soy un tremendo lector, desde muy niño. Eso me ha dado vergüenza torera para saber que escribir una buena novela son palabras mayores. Está también lo de la vanidad, no la tengo (al menos a estas alturas). Y la experiencia. En un tiempo, junto con amigos de la red me embarqué en publicar varios libros en colaboración, una pasta. Con uno de ellos, del que estaba especialmente satisfecho, preparé con ilusión una cena con varias parejas y les dediqué uno a uno “mi libro”. Cuando leí un poema no me hicieron ni p. caso, ni disimularon, siguieron comiendo. Aprendí, cambié de amigos y dejé las aventuras editoriales. Esto que hago aquí es apenas un juego de aprendiz pero ¡lo bien que me lo paso ¿qué?! Por cierto la llamada fue cierta y lo que sucedió mucho más interesante que lo que yo, torpemente, digo. Saludos.

Pedro M. Martínez dijo...


María he pasado muchas veces por tu blog pero tienes tantos y tan buenos comentarios que el mío aportaría poco. Pero en cuanto acabe esto, voy y te doy mi opinión. Llevo tanto tiempo en esto de los blogs que ya me he formado mi propia filosofía y técnica y costumbres y rutinas y lo mejor es que nunca he perdido la ilusión. Además escribir por una parte me libera mucho y por otra me ha proporcionado muy buenos amigos en todo el mundo ( es que el mundo se ha quedado muy pequeño). Muchísimas gracias a ti y un fuerte abrazo.

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