Voy a barrer
A veces un hombre o una mujer quieren salir de su celda dejando a otro en su lugar, le engatusan con besos y confidencias, con verdades que no se cuentan porque parecen mentiras. A eso le llaman sinceridad. Te empujan y plam ya estas dentro. Help pero ya es tarde, te has enamorado. Error.
A veces una mujer o un hombre desnudan su cuerpo, su corazón y su alma, por este orden, enseñan sus tatuajes, la cicatriz de una operación, el estigma, lo que no se ve por fuera ni en la oscuridad. A eso le llaman osadía. Sale caro el amor tardío. Hugg (es una onomatopeya…ya lo explicaré otro día), ha caducado la garantía.
Hay sábados lluviosos en los que quiero que se rompa el cielo y ver entre las grietas un atisbo de algo diferente, no sé, un color que no conozcas, un animal mitológico, un ángel rubio con un tridente entre los brazos, una morsa. No quiero nada más pero todo va como iba y el último bostezo me ha desencajado las mandíbulas.
Hay domingos que parece que no van a terminar nunca, con un gato dormido entre las cenizas, brilla la ciudad al amanecer de sonámbulos y borrachos, las fuentes están llenas de gorriones sedientos, miro por la ventana a la vecina de enfrente y puedo distinguir una lágrima como una revelación, algo va mal ahí dentro y ya nada es como era. Zasss, es el tiempo que huye.
El caso es que no sé cómo dar fin a esto con una cierta dignidad, hace calor en enero y se me están desentumeciendo los dedos. Hay que cerrar, salgan que voy a barrer. Ya.
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