Parker en Luisiana.
Ellen Kooi
11. Parker duda ante la boca de la cueva. Nunca ha sabido nada de lo que ella es/era. Desde lo oscuro, quizás desde otra constelación, viene una voz. Desde esa negra profundidad suena terrible, tronante, tan lejana. Duda, tiembla, teme. Llegan mensajes del abismo que espera, paciente y cierto. Se inclina con dulzura ante la nada. El corazón se le rompe con un nunca que reverbera en las paredes del cielo con estrellas muertas hace millones de años. Jamás es ahora y lo sabe. La realidad se cierne y le deslumbra, es un instante puro. Un cuervo vuela con un anillo en el pico, los tigres dormitan, los milanos chillan, el alma se le anuda en el vientre, la felicidad tenía un ticket caducado, entra con lentitud en un pantano de cenizas y el sudor se cristaliza en el perímetro de lo ajeno. Da vueltas pero no sabe salir del laberinto. Mary le dice que debería consultar con un psiquiatra, lo cual no deja de ser una ironía ya que…Parker sabe que ha llegado demasiado lejos, para el coche en la cuneta y se pierde en los bosques de Luisiana. Hasta aquí.
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