En el principio era Parker
1. En el primer mes del año Parker se hurga en la nariz, mira caer la lluvia, la escucha, la siente en su piel desnuda, resbalando por sus cicatrices. Con un gesto ensimismado se expone al frío de saber que los mensajeros no llegarán, que el inquilino del No lleva varios meses sin pagar la renta, que el escepticismo le crece desde los tobillos, que por el ombligo han empezado a brotar las primeras hojas de primavera. Sin embargo el cielo se obstina en permanecer en invierno, un rey pregunta a sus súbditos por sus preferencias en cuestión de cetros y coronas, no le importa pero parece más democrático. La muerte no tiene duda, aunque no tiene fecha sabemos que viene, que está viniendo, no sabemos por qué autopista ni su cara, si pernocta en un motel o si es esa mujer rubia que se sienta a nuestro lado en un banco del Ensanche. Matusalén murió, se murieron los sueños y continuamos expectantes, vigilando los cruces de carreteras y los parques. Mientras tanto la belleza duerme plácida en brazos de los ateos.
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