Parker y el Concilio de Trento
09. Parker sabe bastante bien lo que ocurre cuando ocurre, es decir el tiempo que pasa, es decir lo que pasa cuando pasa el tiempo. Nunca ha soportado que le digan lo que tiene que hacer y menos ahora con todo lo que está pasando. No le gusta perderse aquello a lo que cree tiene derecho, no por un absurdo concepto de lo que debe ser, pues no es, mira, no pasa nada aunque sí pasan, pasan muchas cosas extraordinarias que pueden ser maravillosas, lo son. Parker se mira espejo y ve a un señor lo suficientemente mayor para no peinarse, que tiene toda la energía o la suficiente para ir, venir, subir, bajar y comerse el mundo, al menos la parte que le toca y se la come a pesar de sus obligaciones porque es cumplidor, porque lo ha sido siempre y cuando hay que estar está el primero hasta que se apaga la luz y entonces es el mismo, también, diga lo que diga el cabrón de espejo, las gentes murmuradoras y todos los cardenales del concilio de Trento asomados a una barandilla de envidia. Parker recuerda aquello que le decía su abuelo: muerto el burro la cebada por el rabo. Al loro.
0 comments :
Publicar un comentario