jueves, 12 de noviembre de 2020

Un libro sobre Schreber



(Pero, ah, se escribe solo, como se vive, soledad con los otros, ideas numeradas en cartapacios.)


Salimos en coche, al mediodía, ella tenía los ojos muy pequeños, gesticulaba al hablar pero apenas hablaba.

Viajábamos hacia una ciudad lejana, desconocida, de vino, insectos y conventos, de mujeres vestidas de negro caminando entre calles con casas blancas.

Ella leía, atenta, un libro sobre Schreber.

Yo tenía la sangre detenida.

Paramos junto a un bosque.

La tarde se detuvo ensimismada entre las ramas del recuerdo y el cobarde viento del crepúsculo no se atrevió a agitarlas.

Entre los árboles se escuchaba un llanto de níquel y antimonio, entramos sin saber si una fiera acechaba, si se escondía allí un animal no imaginario de colmillos y garras afiladas.

Llegamos hasta el fondo de la umbría, nos acostamos boca arriba, sin rozarnos, contemplamos los mochuelos humillados por el resplandor del sol poniente que se colaba entre las rendijas de las altas copas.

Conversamos, convinimos en que algo tendríamos que inventar, algo para librarnos del tedio, despedazarnos con cuchillos mellados, romper ídolos yacentes, comernos mutuamente a pedazos, desvestirnos, penetrarnos, besarnos hasta el desmayo.

Pero no, solo hablamos.

Y hablamos.

Rabia del amor derrotado por silencio iluminado. No por pensamientos, silencio por la herida del rechazo.

(Hay aquí demasiado signos, alfabetos arrastrados por caballos en llamas, maleza de letras y metáforas, el aroma prendido entre la hierba, nada.)

Nos levantamos y seguimos nuestro viaje, tránsito entre saber y sentir, entre el puente a lo lejos y el río detenido, rostros sin ojos en la bruma, el relámpago escondido en una mano. Si pensaba, en las cunetas crecían las palabras, se marchitaban cuando no sentía, cuando ella no (me) miraba.

(Aquí se me atraviesa el texto. No sé cómo seguir)

Llegamos a la ciudad desconocida, nos perdimos entre callejuelas sucias, en una esquina le regalé mi corazón desnudo, un espacio sin paredes, sin ventanas, pradera de emociones abiertas al viento de la duda. Allí lo dejó, en la esquina de un portal, junto a la basura inorgánica y los papeles viejos.

Se fue.

Desanduve el camino, solo.

Me detuve junto al bosque.

La noche se había dormido entre las ramas y un rocío de olvido venía ya a buscarla.

(Hoy no quiero contar más, quiero cantar, susurrar un único verso ajeno acompañado de palmas y guitarras, continuar hacia una sospecha de paisaje, separar lo cotidiano de la tarea de las palabras.)

8 comments :

Moony-A media luz dijo...

Me extraña que se te atravesara el texto porque has seguido divinamente.
Ella leería Memorias de un neurótico, raro para un viaje, pero cada uno tiene sus gustos.
Me ha gustado el texto, mucho.
Un beso.

Tesa Medina dijo...

Creo que se escribe como se mira, como se siente, como uno/una es capaz de pergeñar un relato recogiendo las plabras que pululan por la mente, fruto de lecturas, películas, sueños...Colocándolas con intención para provocar sentimientos. Es como un buen cóctel que depende más de como combinas los ingredientes que de estos mismos.

Tu relato me ha encantado, sintético, muy visual, poético...mientras lo disfrutaba me vino a la cabeza la banda sonora de París-Texas.

Drama y delirio en esta Road-movie.

Schreber, qué bueno, Pedro, que pusiste en mi camino este personaje que había olvidado pero que siempre quise retomar, la locura que temo y me fascina.

Un beso,

Pedro M. Martínez dijo...

Moony-A media luz me estoy quitando el sombrero y comenzando una reverencia versallesca para agradecer tu comentario (se me está poniendo perdidito de polvo del camino). Muchas gracias. Besos a granel.

Pedro M. Martínez dijo...

Tesa Medina la locura es un bicho muy malo, no se mata con piedra ni palo, en cambio escribir es una técnica, mi mama me mima, yo mimo a mi mama, escribir bien es un don que no depende de ti, no hablo de caligrafía, escribir bien depende del lector, ¿qué me estás contando?, el mundo blog es un arcano, el mundo literario es un negocio, el mundo es una canción de Jimmy Fontana, el mundo estaba ya muy malito y el covid nos está llevando al borde, en Finisterre está el borde, a partir del horizonte el océano se precipita a un submundo poblado de extraños seres, dragones y bichos así, gigantes, la cultura no viene de golpe, San Pablo cayendo del caballo, la cultura viene gota a gota, el martirio de la gota, John Wayne en Genkis Kan, la sensibilidad viene de serie, va en el ADN, la constancia puede ser orgullo, orgullo y pasión, Sofía (Loren) y Cary (Grant) llevando un cañón gigante por una España sufriendo la guerra de Independencia, la historia la escriben los que ganan las guerras, me rindo, me ha gustado tu comentario y te lo agradezco con humildad no exenta de simpatía (Simpatía por el diablo, los Stones). Pues eso, aquí tenemos un jueves de dulce.
Un beso (la española cuando besa es que besa de verdad)

eli mendez dijo...

Un texto diferente y magnifico, que parece envolverse por momentos en el mismo delirio de ese amor sin amor...de esos deseos que no llegan a consumarse, de sentimientos que se disipan o trasmutan
Algunas frases me resultaron sumamente entrañables y conmovedoras ..
“…en una esquina le regalé mi corazón desnudo, un espacio sin paredes, sin ventanas, pradera de emociones abiertas al viento de la duda…”
Y luego este cierre que le has dado…sublime
“…continuar hacia una sospecha de paisaje, separar lo cotidiano de la tarea de las palabras.”
Un abrazo enorme y bonito fin de semana!!

Pedro M. Martínez dijo...

eli mendez tu comentario –que agradezco- también es diferente. Uno se enrosca en su ombligo, cada vez más, hasta perder la perspectiva, deja de otear el paisaje y el paisanaje y se cree todo lo que él mismo se cuenta.
Aquí el sábado, al igual que toda la semana, es de primavera en otoño, como Bilbao está perimetrado no podré salir muy lejos pero seguro que disfruto del fin de semana. Lo mismo te deseo. Un fuerte abrazo.

LA ZARZAMORA dijo...

Pues, ea, Pedro, desenfundo la guitarra y aquí la traigo, ¿cuál te apetece cantar? Nos echamos una rumbita? unas alegrías? o para pasar el mal trago le damos a unas bulerías??

Este texto me recordó la cinta Entre copas... es cosa mía, mi cabeza va
así...
Besos sobrios.

Pedro M. Martínez dijo...

LA ZARZAMORA “Entre copa y copa se acaba mi vida/Llorando, borracho, tu perdido amor/Que negros recuerdos me trae tu mentira/ Como cuestas lágrimas una traición” que cantaba aquel Miguel Aceves Mejía que tenía un mechón blanco en el tupé (incluso rodó una película con Lola Flores. Hoy me recuerda Facebook el vídeo que rodé para la Yellow Big Machine (no somos nada, bueno, yo soy actor). Besos amarillos, ya puestos.

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