Lemoiz gelditu
Vicente Ameztoy (San Sebastián, 1946-2001)
José Luis Zumeta (Usurbil, Gipuzkoa, 1939-San Sebastián, 2020)
Carlos Zabala “Arrastalu” (Irun, Gipuzkoa, 1952)
Lemoiz gelditu (Lemóniz paralización), 1980
Pintura acrílica y sintética sobre táblex. 488 x 732 cm
12 paneles. 244 x 122 cm [c/u]
Donación del movimiento antinuclear vasco en 2020
El pasado mes de julio el museo presentó un importante conjunto de donaciones recibidas por parte de artistas, o de sus herederos, y de coleccionistas particulares. Obras de Lucas Vorsterman I (1595-1675), Vicente Larrea (1934); Thomas Struth (1954), Juan Carlos Eguillor (1947-2011), Juncal Ballestín (1953-2015) o Dora Salazar (1963), entre otros, cuya forma de ingreso a través de donación refleja una de las señas de identidad del museo de Bilbao, como es el enriquecimiento de la colección gracias a su estrecha vinculación con los artistas y a la voluntad de mecenazgo de colecciones particulares.
Se incorporó también entonces el imponente mural Lemoiz gelditu (Lemóniz paralización), que ahora se presenta al público en la sala 32 del museo y que, en buena medida, es testimonio de un episodio de especial trascendencia dentro de nuestra historia reciente. Al mismo tiempo, pone de manifiesto el compromiso de muchos artistas de nuestro entorno con la actualidad.
Los días 8 y 9 de noviembre de 1980, organizados por los Comités Antinucleares de Euskadi y por la Comisión de Defensa de una Costa Vasca No Nuclear, se celebraron en tres pabellones de la antigua Feria Internacional de Muestras de Bilbao los Herrikoi Topaketak (Encuentros populares). A lo largo de dos intensas jornadas, y en un ambiente festivo de reivindicación colectiva contra los proyectos de nuclearización del País Vasco y, de forma concreta, con la consigna de paralizar la central nuclear de Lemoiz (Bizkaia), los encuentros ofrecieron música, teatro, bertsolaris, cine y muestras de arte y artesanía. La iniciativa se enmarca en el movimiento antinuclear vasco, que contó con gran apoyo social y numerosas iniciativas ecologistas.
Los organizadores de los encuentros invitaron a los pintores Vicente Ameztoy, José Luis Zumeta y Carlos Zabala “Arrastalu” a participar, realizando en directo un mural. De este modo, utilizando un andamio y delante del público que asistía al evento, los tres artistas pintaron esta obra titulada explícitamente Lemoiz gelditu (Lemóniz paralización). El mismo lema se usaría también en el disco antinuclear grabado poco después que utiliza el mural como portada. Con sus casi 5 x 8 metros en 12 paneles, el mural constituye una especie de manifiesto pictórico en contra de la central nuclear que comenzó a construirse en la localidad vizcaína de Lemoiz, cercana a Bilbao, en 1972 y que, finalmente, nunca entró en funcionamiento.
Tras los encuentros, el mural permaneció en unos locales sindicales de Erandio hasta que, a principios de los años 90 la Fundación Gezia de Bilbao se hizo cargo de él. En 2016 Gezia lo cedió a la Fundación Andikona 1936 de Otxandio y el mural, restaurado por Zumeta, quedó en la escuela de esa localidad hasta que, ahora, ha pasado a formar parte de la colección del museo gracias a la donación reciente del movimiento antinuclear vasco.
Concebida con un evidente propósito crítico, la composición remite al lenguaje figurativo que transformó el arte vasco de la década de los setenta incorporando referentes socioculturales contemporáneos como la bombilla-ojo del Guernica –que, como en el cuadro de Picasso, ocupa el centro de la composición– o la imagen del logo antinuclear creado por Chillida en 1974. Ese año, el escultor vasco había diseñado el logotipo de la campaña “por una Euskadi no nuclear”, que fue difundida en pegatinas con el lema “Ez, ez, ez, Zentral nuklearrik ez”, sufragadas por el pintor Rafael Balerdi. La imagen, que terminó por convertirse en símbolo del movimiento antinuclear vasco, aparece junto a una cartela con el lema “Lemoiz gelditu” (Lemóniz paralización), enlazada en los anillos de las serpientes del primer plano. Los dos reptiles, pintados por Arrastalu, están dispuestos sobre una mesa cubierta por un paisaje idílico de suave orografía, salpicado por praderas arboladas, metas y caseríos –que recuerdan la poética naturalista de Ameztoy–, que perturban con su amenazante presencia. Los reptiles, metáforas de los entonces nuevos y sibilinos mecanismos de control social, en palabras de “Arrastalu”, quien, transitando entre el realismo fantástico y la ilustración, fue autor también del cartel de los encuentros. En torno a la mesa aparecen doce personajes masculinos que representan los poderes político, económico y militar. De semblante siniestro, y en algunos casos deformado según la gestualidad expresionista de Zumeta, observan con frívola complacencia –uno de ellos lleva en sus manos el hongo de una explosión nuclear– la destrucción del territorio y de sus recursos por parte de las dos voraces serpientes que, en sus cuerpos entrelazados, portan las banderas española y norteamericana. Preside la reunión el entonces presidente de los Estados Unidos de América, Ronald Reagan, tocado con el clásico sombrero del Oeste americano. Frente a él, y de una chistera decorada con barras y estrellas, sale el personaje del entonces presidente del gobierno español, Adolfo Suárez.
El tono irónico y la satira política de este remedo de Sagrada Cena se corresponden con el lenguaje del Equipo Crónica, con quien el mural también comparte la ejecución en grupo, el protagonismo del colorido aplicado en tintas planas y la vinculación con la realidad sociopolítica del momento.
La pequeña exposición comisariada por Iskandar Rementeria, investigador en arte, músico y docente de la UPV/EHU, muestra el mural en relación con otros materiales producidos por aquel contexto y nos invita a considerar la posición de los artistas respecto a las urgencias ideológicas de la época.
2 comments :
Recuerdo lejanamente las manifestaciones contra la central y el asesinato de un ingeniero inglés que trabajaba en ella.
Fueron tiempos convulsos.
Al museo no puedo ir y lo siento. Me hubiera gustado mucho ver la exposición, pero, gracias a ti, me hago una idea.
Un beso.
Moony-A media luz fueron tiempos duros, sí. Hay que separar absolutamente el asesinato de Jose Mª Ryan y de otros con la lucha popular. Es precisamente gracias a esa lucha que la central de Lemóniz se paró.
Las exposiciones del Museo del Parque y del Guggenheim son muy buenas. Es triste ver los dos museos prácticamente desiertos.
Un beso.
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