Ahogados en el ascensor
Ahora que noviembre humedece, propongo el poema efímero, de un día,
dejarlo aquí un lunes, desnudo, fiero, con colmillos y garras, con alas de
oropéndola, con ojeras, con el azul vestido de la poesía. Quitarlo el martes,
con alevosía, de madrugada, borrarlo, destruirlo, apretujarlo en una mano y
echarlo lejos envolviendo una piedra, un desafío, este ha muerto, vendrá otro,
quién no estuvo lo ha perdido, quién no pasó la puerta no ha comido del pan
recién horneado, encuentra el vacío, la huella en la pared del cuadro ausente,
habitaciones sucias donde vive el viento, en Sancti Petri, poblado abandonado,
hoy ya no, poema con caducidad, sin permanencia, lee, sigue, vuelve, mañana no
estará -¿quién garantiza el mañana?-. y ahora tú y yo no miramos mientras junto
al río recogen a los ahogados y en el ascensor suena un concierto para oboe.
2 comments :
Más de un día, alguien me pilló despeinada, que no hada, en ese espacio en el que por los tiempos que corren más que uno/a... suben y bajan más de una de sus emociones...
Antes, sucedían en una cabina telefónica, y ni te dejo enlace de la cinta, pues sabes a cual me refiero...
Tú no me diste jamás comunic-ando.
Por eso y más, te quiero.
LA ZARZAMORA esto lo contestaré mañana. Uno anda bajo de testosterona y se emociona con facilidad. Resulta que uno es de Bilbao y eso imprime carácter y tengo que andar sacando pecho como si nunca pasase nada (por dentro, por las emociones, sentimientos, miedos, alegrías, ternura, amor, pasión), con media sonrisa, capeando el temporal (ser de mar también imprime carácter, joder, no me libro de nada). Uno ha aprendido poco y además estoy procurando olvidar muchas cosas pero hay ideas sagradas, elementales, esas siguen firmes, no se me olvidan nunca. Por eso no te olvido nunca. Ten cuidado, mucho, por ahí, en el metro. Besos desmascarillados.
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