lunes, 23 de noviembre de 2020

¿Son conscientes los poetas de la basura que escriben?

 

¿Son conscientes los poetas de la basura que escriben?

 | 23 de noviembre de 2020 05:00Alberto Olmos

Este libro salió en marzo con la vocación de pasar desapercibido, y en ese aspecto fue todo un éxito. Le tocó la pandemia, cerraron las librerías y nadie pudo leer un ensayo que, de todos modos, tampoco iba a tener mucho públicoVa de poesía. La poesía es tan minoritaria que cuando le dan el Nobel a un poeta muchos se acuerdan de que aún hay poetas. También se acuerdan de que a los poetas no es necesario leerlos. Es un Nobel, el dado a un poeta, que ahorra muchas preocupaciones.

Este ensayo podría haberse titulado 'La poesía amablemente', pero se ha titulado 'Tensión y sentido. Una introducción a la poesía contemporánea'(Taurus), poniendo ya toda la distancia posible con tus ganas de leerlo. Yo tenía muchas ganas de leerlo. Los poetas son un misterio para mí, sobre todo los que creen que escriben poesía. Cuando vi anunciado este libro a principios de año, lo anoté en mi debe de lecturas: necesitaba que alguien aclarara mis dudas sobre la poesía de hoy.

Esas dudas eran: 1) ¿Leen poesía los poetas? 2)¿Miden los versos? Y 3)¿Son conscientes de la basura que escriben?

Lo que aleja a los lectores de la poesía no es la dificultad del texto, sino la facilidad con la que uno se convierte en poeta. En España es más fácil ser poeta que ser ministro, que ya es decir. Cualquiera puede ser poeta sin necesidad de abrir nunca un libro, igual que ministro. El reciente premio Espasa de Poesía es un ejemplo definitivo. Viene a decirnos que poesía es todo aquello que, si tuvieras el más mínimo pudor, no le dejarías leer a nadie. Cuantos más lectores tiene esta poesía, más lejos estamos de la poesía. Es el horror democrático: decirle a la gente que la poesía no es mejor que ellos, sino un poquito peor.

Lo que aleja a los lectores de la poesía no es la dificultad del texto, sino la facilidad con la que uno se convierte en poeta

Mariano Peyrou, sin embargo, no aborda ninguno de estos asuntos de casquería literaria, porque cuando dice “contemporánea” no dice hoy, ni dice siglo XXI. Contemporáneos son en este libro BaudelaireTS Eliot y varias decenas más de poetas que se murieron a tiempo de ahorrarse el sofoco.

Conocimiento

'Tensión y sentido' es, para empezar, un libro bonito. Es bonito ver a alguien parar un poco y dedicar cientos de páginas a compartir lo que sabe. Aunque, absurdamente, el libro trata de rebajar sus propios méritos y alcances y proponerse como una guía fácil de acceso a la auténtica poesía, es evidente que el autor no deja nada sin decir. Esto es lo que he aprendido sobre poesía después de muchos años de lectura, viene a reconocernos. Hay nobleza, aquí.

Además, Peyrou emplea un tono amabilísimo mientras desentraña buena parte de las ideas más complejas de todos los tiempos sobre el hecho literario. Hay cientos de citas y una decena larga de poemas acunados por el tono siempre conciliador y traslaticio de nuestro autor. Peyrou traduce inteligencias, las pone a dialogar y trata, en fin, de que aún estemos capacitados para entenderlas.

Es un libro con el que he aprendido mucho, que me llevará en el futuro a otros libros y que amortiza todo el dolor último de ver la poesía compitiendo con los manuales de autoayuda en el Carrefour.

'Tensión y sentido' establece una cesura creativa en el cambio del siglo XIX al siglo XX, que afectó a todas las artes. Sin embargo, en el Romanticismo ya estaba buena parte de esta revolución. En poesía la gran batalla es contra la representación de la realidad, cifrada en ese “significado” que estableciera Saussure y que nos enamora menos que el “significante”. “El verdadero sujeto del discurso es el lenguaje”, aporta Foucault. Los poetas -y, en realidad, cualquier escritor que se precie- trabajan el lenguaje para construir más lenguaje, es decir, otra realidad. “La poesía pone el lenguaje en estado de excepción”, dice Gaston Bachelard. La cosa va de manumisión léxica (en el libro alguien habla incluso de liberar a las letras), de que el lenguaje acabe significándose a sí mismo, como la música, auténtico techo de la expresión humana. Como sabe cualquiera, sobre todo los bebés y las bestias.

“Un poema no debe significar, sino ser”, sentenció -entre otros muchos, en realidad- Archibald MacLeish.

Hay aquí una lección franca y sincera sobre los sortilegios de la palabra

La poesía contemporánea, por tanto, sería esta búsqueda performativa de un significado nuevo, que en realidad es todo forma. Es un debate apasionante para cualquiera que escriba. Peyrou explora durante bastantes páginas diversas estrategias de desautomatización del texto; esto es, maneras de que algo escrito parezca extraño, nuevo. También tiene momentos propios de gran acierto, como cuando señala que el título de un poema es un verso simultáneo a cada uno de los versos que vienen debajo. En las numerosas notas a pie de página, se ríe, sin sarcasmo, de todo el mundo, sobre todo de sí mismo. Resulta encantador. Va y viene por todo lo que sabe con ligereza y bonhomía, de ahí que el libro hubiera podido titularse 'La poesía amablemente'. Es una lección franca y sincera sobre los sortilegios de la palabra.

“En un campo/ soy la ausencia/ de campo. Esto es lo que/ siempre sucede./ Allá donde esté/ soy lo que falta.” (Mark Strand)




5 comments :

JOSH NOJERROT dijo...

Posiblemente, pero entiendo que nunca esta de más colorear otros aspectos de la vida, ya sea leyendo o escribiendo, lo importante es continuar ejerciendo la palabra y recreando los sueños de forma artesanal, un saludo

Pedro M. Martínez dijo...

JOSH NOJERROT, ¿hay otros?

Pedro M. Martínez dijo...

JOSH NOJERROT, barra libre, por supuesto, libertad de expresión, de pensamiento, palabra y obra, libertad sin ira, libertad, pero, ay, cabeza, si lees mucho (qué importante es leer) sabes siempre, de todas, todas, que lo que escribes es malo, bastante malo, muy malo, ¿por eso hay que dejar de escribir?, pues no, al contrario, hay que seguir escribiendo (eso de recreando los sueños de forma artesanal me parece un poco…no sé, defínelo tú), sin darle más importancia de la que tiene (que es mucha), escribir para expresar lo de dentro (hasta el límite que tú te pongas, en general a los demás les importa tres pepinos tus dentros), para contarte, porque te da la gana, escribir por necesidad, por impulso, por rabia, por placer, por expresarte, porque escribas como escribas siempre habrá algún palmero que escriba como tú y te dirá, “muy bueno lo tuyo, macho” y ahí está el problema, creértelo, porque si lees mucho (dos) debes saber que lo tuyo (hablo en general como habrás observado) es un balbuceo, un ejemplo, Rayuela, lees una página al azar y si eres medianamente sincero te preguntas ¿qué coño hago yo escribiendo? o si lees un soneto de Garcilaso te dices (bajito) “soy un capullo engañándome con mis poemillas”, ¿quiere decir esto que no hay que escribir? (dos) ¡no!, al contrario, hay que escribir más, sin parar, si escribes mucho mejoras (en general), tiene un problema, bueno, dos, que alguien te diga que lo haces bien (en general para que se lo digas tú a él) y que si escribes no te queda tiempo para cumplir tus sueños (excepto que tus sueños sean escribir sin parar), es decir, primero vivir, luego ser consciente de qué va esto, y por último olvidarlo todo y hacer lo que te de la santísima gana. Estaríamos buenos.

LA ZARZAMORA dijo...

Mejor paso de puntillas, porque si dejo lo pienso...
¡Ay!

Un beso, poético... Je.

Pedro M. Martínez dijo...

LA ZARZAMORA ¡que lo deje, que lo deje!

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