lunes, 2 de noviembre de 2020

Schoenberg




Dedicado a su esposa, Schoenberg terminó en Navidad su segundo cuarteto de cuerda,  el centro tonal era imperceptible en los movimientos finales. En su lugar una soprano canta un poema de Stefan George que empieza así “Siento, presiento aire de otros planetas” y  discurre con cuatro acordes tonales aislados entre sí.

Aún falta bastante para Navidad y me resultan áridos los cuartetos de cuerda, los acordes tonales, aislados o no,  estoy centrado ahora en un tratado de gestos, en la recolección de momentos en los que el aire de mi planeta se ilumine y disipe la furia y el misterio, acorte la distancia entre los otros y mi mismidad con brillo en la piel, chasquidos de confianza y caricias en un abandono al yo qué sé.

Sé que es igual, aquí es aplicable aquello de tomar el rábano por las hojas y me esfuerzo en el rábano sabiendo que huertas, regantes y sindicatos agrícolas  no son mi especialidad, no sé cuál es exactamente mi especialidad, exactamente no sé nada y así se llenan mis jardines de excursionistas de lo medioambiental con rústicas botas de goma que pisan mis petunias y saltan sobre los charcos con piruetas entre taimadas y que me está usted contando, oiga.

6 comments :

Moony-A media luz dijo...

Magnifico el cuarteto de cuerda.
Tengo unas ganas de que todo esto termine, de que nos llegue el aire de mil planetas, pero, sobretodo, que nos llegue del nuestro.
Poder ir a Bilbao sin tener un pase que parece un salvoconducto, de ver y abrazar a mi gente.
En fin...en este momento me da igual la navidad y casi todo.
Un beso.

Pedro M. Martínez dijo...

Moony-A media luz estamos pasando unos momentos muy delicados que sin duda nos desequilibran. Ahora entra un sol reparador por el balcón pero en nada empezará el frío, la lluvia, la tristeza. Pues, qué quieres que te diga, tendremos que soportarlo pero se hace largo. Sobre todo por la falta de horizonte. Nada será como antes pero saldremos, estoy seguro. Ánimo. Un fuerte abrazo.

Recomenzar dijo...

No debes de tenerle miedo al virus pero si respetarlo.Salir solo no estar con gente, medir tus emociones es ser valiente. Tenerle miedo es de cobarde
un abrazo inmenso buen texto

Pedro M. Martínez dijo...

RECOMENZAR así expresado tiene un sentido que entiendo, en tu blog lo he entendido de otra manera, con un aire que me ha parecido un punto negacionista que no me ha gustado. No este el sitio para hacer gala de valentía o de cobardía (serlo es una opción a veces no escogida) pero son conceptos que en una pandemia no casan del todo bien. Tengo respeto al virus, trato con mucha menos gente de la que me gustaría, camino solo por bosques y montes, medir mis emociones ni puedo ni quiero. Y quisiera decirte que agradezco mucho tu comentario y que te abrazo con cariño y una sonrisa (que a veces es difícil reflejar aquí el optimismo).

LA ZARZAMORA dijo...

Cada día que salgo, entre el metro, el curro, los atentados, las amenazas... y lo que no cuento... mi revólver me hace un guiño, y me dice, tal vez sea para mañana... Eva.

Pedro M. Martínez dijo...

LA ZARZAMORA entre tú y yo, que he perdido el hilo, los señores mayores tenemos la capacidad de concentración muy limitada y se nos va la olla en nada.
Pero volviendo a lo nuestro, no te imaginas lo que pienso en ti en las circunstancias actuales. Hay que controlar el miedo y cambiarlo por prudencia y acogerse a la buena suerte, no hay otra. Cuídate mucho y no hables de Mahoma. Un beso y un abrazo cálido

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