Polvazo
Esta
semana entro a trabajar a las siete, a esas horas el metro va aún medio vacío.
Leía
tranquilo en mi tablet cuando dos
mujeres se han sentado en el asiento de enfrente. Ni me miran, con sus bolsos
sujetos entre los brazos hablan.
–Pero
¿cuánto tiempo llevabais?
–Pues
mira, dos años y tres meses
–¿Y
cómo ha sido?
–
Habíamos pasado la noche juntos, muy bien, un polvazo…
–¿Los
niños?
–Los
dejé con mi ex cuñada que es un cielo. Bueno, pues que vuelvo a casa por la
mañana y me manda un whatsapp. Que no puedo seguir, me escribe el muy cabrón.
–Qué
hijo de puta.
–Así,
sin más explicaciones, que no puede seguir.
–Seguro
que hay otra.
–Sí,
su madre, que no me puede ver, que no soporta que su hijo del alma salga con una
separada. Será cabrona.
–
Qué hija de puta.
–Igual
que el hijo.
–¿Qué
harás ahora?
En
ese momento el metro ha llegado a Moyua, mi parada, me he quedado sin saber
cómo seguía la historia. A ver si las encuentro mañana por la mañana.
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