Parker no sabe rezar
Parker sabe que no es este el
lugar de la premonición, aunque esté
lleno de alas y relámpagos, de estatuas de sal y ancianos ateridos, de viento
silbando por los corredores de un edificio deshabitado, sin alma, sin una mesa
donde puedan sentarse los ausentes, los fantasmas de un tiempo enterrado.
Intuye que detrás de la puerta hay un
Libertador con la cínica sonrisa del opresor en ciernes, presto a usar la
afilada espada de lo irremediable.
Parker sabe que más pronto que
tarde vendrá a buscarle.
Tiembla, teme, no sabe rezar.
Aunque, la verdad, a buenas
horas.
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