Sobre pérdidas ficticias.
Aburrimiento. Por
eso. La inventé. Día a día. Dejándolo en escritos. Sencillos al principio.
Rebuscados después, intensos, retorcidos. El amor. Ella. Mi dolor. La ausencia.
Me lo creí. Veía su rostro. Tocaba su piel. Llenaba mis noches. La mujer
inalcanzable. Me acostumbré a sufrir. No fue algo previsto, no. La llené de
virtudes. Me perseguía su mirada cuando caminaba entre las calles de mi Bilbao
oscuro. Su voz también inventada. Una presunta ternura. Mi necesidad de creer
en alguien. La soledad, quizás. Hambre de verdades. Por eso creé una mentira.
Le contaba mis cuitas, los problemas, hacía planes, le enviaba mensajes. No
existe y lo sé, pero existe. Escribo y escribo, sobre nadie. Absurdo, cruel,
doloroso, tan patético. No sé cómo he llegado tan lejos. No sé regresar. Quiero
ser como antes. Tanteo en la oscuridad. Perdido. Quiero, necesito volver
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