viernes, 1 de abril de 2016

Las cartas del amanuense.



Empieza Abril, ya, brilla el sol, escribo para agradecer de todo corazón que Marie sea como es, que me distinga y favorezca con una amistad pura y grande, que esté ahí para ayudarme con su autenticidad, con sus miedos, con su fortaleza, con su discreción y su generosidad, con su belleza interior y la de fuera, con su grandeza, con su mirada que ve todo aquello que mi miopía esconde.

Me arrebujo a su lado y con delicadeza construyo alrededor un nido de ternura para que no se escape ni una sola de las palabras que nos dijimos, de las caricias, del sentimiento vistiéndonos con ropajes brillantes, de tantas emociones deslizándose por la piel, de una mirada nueva, de la esperanza, de haber descubierto que la vida no se acaba, de la amistad como estrellas en nuestro cielo, de la convicción que estamos ahí para lo bueno y para lo malo, apoyándonos, sabiéndonos, amigos y cómplices, compartiendo el presente y la alegría, la esperanza, la dulzura que me invade cuando escucho su voz, el regalo inmenso de su primera llamada, el habernos encontrado en un otoño lleno de flores, la noche y el día juntos, un arco iris durante la lluvia, el barco que ha partido y atraviesa un océano blanco. Ahí vamos, rozándonos con la esperanza que no se marchita, alimentándonos de un maná insospechado, escondidos tras una pared de seda con música que ondula y mece, lejos pero tan cerca que puedo escuchar su respiración y algún gemido de cuando el mundo giró sin saber si se acercaba al cielo o al infierno, ícaros volando a un sol que nos atrae y tememos, náufragos en esa pesadilla de la isla rodeada de tiburones que rondan, recuerdos malos que se borran tan despacio, libertad conquistada, el precio ha sido alto pero va, con la cabeza alta y los brazos abiertos para atrapar el ahora, volverá el invierno, seguro, pero junto al fuego de querernos, ahí, arrebujados, la ternura nos defenderá de tanto, fortaleza de cariño, amor entre las piedras, verdad. 

Escribo para agradecérselo.



(Esta carta, con el sello, el sobre, la tinta, desgaste de plumilla, el papel, llevarla a correos, cinco euros. ¿No es barato? Anímense, vamos que nos vamos, cartas personalizadas, hagan sus pedidos a la dirección de siempre)

3 comments :

Maribel dijo...

Los codos apoyados en los muslos, formando un ángulo recto con las rodillas, dibujando una hipotenusa invisible. Las palmas de las manos se juntan para formar una copa que acoge la la barbilla, las mejillas y las burbujas que emanan los ojos cuando conectan con el corazón. La sonrisa, la emoción. Las flores que perfuman el espacio elegante, adornado, cada día, con una imagen distinta, con una música diferente. Y recibe tanto, lo que nunca esperó, que se desabrocha el botón de dar y abre, de par en par, la ventana para dejarse llevar por el vendaval del cariño porque sí.

Tome nota, por favor, escribiente. Qué voy. Ya. ¿Listo?

Las manos son el pincel, las palabras el óleo. Los pensamientos esbozan con pericia el borrador, aún sabiendo que podrías pintar de recuerdo. Miscelánea de pasiones, apetitos; sueños. La delicadeza del rasgo, diluyendo colores con esencias distintas que toman forma de sustantivo mientras el verbo, siempre hábil, fluye por el lienzo hasta dar con el tono preciso, al que siempre se le podrá añadir el matiz, una huella, un momento de contención; hablar en voz alta sin pronunciar vocablo.
Marie la musa, la excusa, desanudándose la blusa, convirtiéndose en fusa de la musicalidad de tus atardeceres, siempre difusa; nunca intrusa. Al maestro engatusa la blanca medusa. Si la mira, Marie queda patidifusa cuando él anula su capacidad de mudarlo en piedra, convirtiéndose en reclusa de su epístola cuando el alma le atusa.
Marie la de las mil y una lunas. Pintándola como tu inspiración requiera, tapada o descocada; siempre Venus. Marie a la que le atribuyo el significado de compromiso con la vida, tu paraíso y paréntesis, con la que puedes hablar en glíglico que sólo ella es capaz de descifrar el jeroglífico de los amantes.

Y ahora ya puede descansar, Sr. Secretario, sólo un último favor, no manche la tela con ningún matasellos para que la misiva llegue a destino, sin nada que la pervierta. La rubrico con un beso.

Y como la palabra pagar, cuando la escucho (como buena catalana) provoca que los ojos se me pongan como las cerecitas de la máquina de CIRSA y se me salen las bolitas (oculares entiéndaseme) ¿Qué le parece, Sr Secretario, si le compenso con un baile? (No me pise, por favor, que llevo Chakras) (guiño).

https://www.youtube.com/watch?v=5OyM0R5uRPQ

Pedro M. Martínez dijo...

Maribel Gs, ole, ole y ole.
Mushas Grasias

LA ZARZAMORA dijo...

Uppsss!!!
Glup!!
¿De verdad que lo haría Ud mesmo?

Entonces yo quiero pedirle una de despedida, pero algo similar a las del siglo XIX y a lo grande, de las esbeltas, delicadas y con la altura de un tupé.
Ya me envía Usía el pagaré si eso.
Siempre suya,
Besos, escribidor o "cartero" de los que ni falta hace llamar dos veces.
;)

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