Si te preguntas por qué un poco.
Yo tengo un lunar atípico que nunca descubriré.
Tres cicatrices, anchas como el portón de una iglesia o la manta de un caballo.
Se agrandan a medida que el ojo decae.
Os podéis sentar junto a él, sien con sien, a leer en el agua de las fuentes
la historia de cómo fue que al camino le nacieron estos ruegos y tumultos.
Txetxu González
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