A veces llegan cartas.
Llegan cartas de aquí y de allá,
de ciudades que ni siquiera conozco, de países con fronteras imprecisas de
líneas horizontales trazadas como al azar. Traen palabras escritas en georgia,
con vida detrás de los visillos, sentimientos envueltos en terciopelo y
misterio. Ando tan apresurado que apenas puedo analizar si esto es por esto o
eso es por aquello. Así va la cuestión, que no sé, que guardo mis respuestas
como un avaro traficante de emociones, que no digo, que me refugio en el
silencio y canto para mis adentros, tarareo, me sé todas las canciones, las de
amor y las de desconsuelo, las de odio y las de miedo. Vaya usted a saber si
tengo un futuro en lo de contestar cartas, en remendar pergaminos, en mi
propensión al garabato. Pero dejando aparte el jazz, lo mío es el escapismo, ni
yo mismo lo sabía, a buenas horas, pero nunca es tarde. No tengo pruebas pero
creedme.
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