Sobre rubias y preguntas
En otro tiempo, es decir en mi prehistoria, tuve relación con una espectacular dama rubia, bella y altiva como una artista de cine, de Hollywood en concreto, increíble, no sé cómo podía salir conmigo, en fin.
En mi cuadrilla, las chicas no podían con ella, no era de su estilo, ellas eran cultas, militantes, de izquierdas, desgarbadas. Además mi amiga volvía locos a sus amigos (cosa que no me extraña, ¡qué guapa era mi amiga!). Un problema de contraste (para ellas)
Un día, estábamos todos en el campo, alrededor de una barbacoa. Habíamos disfrutado de una maravillosa mañana de playa. Quien más quien menos ayudaba. Mi amiga, tan rubia, con la piel tan morena, con un bikini rojo que te morías, soltó de repente la siguiente reflexión: “los perros ¿tienen alma?”
Pasado el primer momento de estupor, todos se miraron, la carcajada fue general, mi amiga se enfadó –era rubia pero no tonta-, yo me enfadé, los dos nos fuimos y me quedé sin cuadrilla. La semana siguiente me dejó mi amiga rubia de piel morena y se ennovió con un arquitecto alto, de ojos azules, cuestión que era más equilibrada que su incipiente relación con un tipo vulgar como yo.
Lo pasé mal, no crean, mi amiga hacía esas preguntas sobre almas o sobre cualquier especie vegetal, animal, incluso sobre personas, por verdadera curiosidad. Mi amiga era inteligente a su manera –la prueba es que me dejó- lo que ocurría es que se expresaba raro y contrastaba demasiado con las chicas gallina de mi anterior cuadrilla.
Por cierto, nunca más he tenido cuadrilla, tampoco novias tan espectaculares y, por si fuera poco, no sé si los perros tienen alma. Esta vida es complicada, queridos míos.
4 comments :
aja a decir verdad, esa pregunta no sé por qué les resultó tan chocantes a tu amigas cultas, militantes, de izquierdas y desgarbadas. Seguramente si esa misma pregunta la hiciera hoy a esas mismas amigas entablarían un coloquio de lo más intenso y tu amiga rubia despampanante no se habría enfadado, se habría hecho amiga de tus amigas y hoy sería una rubia culta, militante, de izquierdas y tan desgarbada como tus amigas ; ) Me temo que no, muy buen gusto no tuvo, pero ¿ sabes qué? imagínate haberte pasado la vida espantando moscones y buscando respuestas a preguntas sin ella.. Defintivamente, mejor q se fuera con el arquitecto: ) Un beso y buen finde!
Pues mira, María, en general las cosas que escribo me las invento pero esto de hoy es (casi) real aunque no me ocurrió a mí. Me he “inspirado” en personas con las que tuve relación hace tiempo y en cosas que pasaron entonces. Jamás me ha dejado una rubia (morenas no recuerdo, una pelirroja sí, incluso aquella del pelo blanco). No doy más detalles sobre las amigas desgarbadas y con flequillo abertzale para no dar pistas al enemigo. Besos.
Qué época tan dura, te quedaste sin cuadrilla, sin rubia... al menos se quedó sin nada esa primera persona que narra. Pero no sé si fue mucha pérdida. :D
Un saludo.
Dorotea Hyde, hay épocas duras, sí. Una vez “dejé” a una morena. No fue un capricho, ni una ventolera, ni algo irresponsable, fue una decisión meditada, dura, que casi me cuesta una enfermedad. Pasado el tiempo fue una decisión acertada (pero todavía me duele y siento remordimientos). Ya ves. Besos.
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