Subida al Pagasarri (1954)
Entre 1920 y 1980 el motociclismo adquirió en Bizkaia gran notoriedad. Carreras de velocidad, dirt track, subidas de montaña, motocross, rallyes de regularidad, gimkhanas, trial y, con menor presencia en las carteleras deportivas, pruebas de todo terreno y partidos de motoball. Bilbao vivió un clima de fervor motociclista desde 1926 a 1972, naturalmente con el paréntesis de la guerra civil. Fueron tiempos de gloria compartidos con Aragón – la Federación Española se creó en Zaragoza bien mediada la década de los años 20-, Cataluña y Madrid. Así que el País Vasco fue abanderado del deporte de las dos ruedas. Fue la época dorada de la Peña Motorista Vizcaya –luego conocida por RPMV al serle concedido el título real-, que en 2023 se convertirá en entidad deportiva centenaria. Directivos, jueces, pilotos y empresarios pusieron a esta sociedad del motor a la altura de las grandes organizaciones junto a la Penya Rhin, Real Moto Club de Cataluña, Real Moto Club de España y Moto Club Aragón. Con el afán de ofrecer actividades novedosas y multitudinarias, la RPMV decidió organizar la primera Escalada al Pagasarri en el alejado otoño de 1954. La iniciativa tuvo mucho eco en los periódicos y radios, y los responsables del noticiario cinematográfico NO-DO desplazaron de Madrid a Bilbao todo un equipo para seguir la prueba. Los días anteriores al 14 de noviembre diluvió, y truenos, relámpagos y… centellas se sumaron a la fiesta, por lo que el piso de la ascensión al Pagasarri estaba muy embarrado y resbaladizo; era puro y espeso chocolate. Por si fuera poco, varios desprendimientos de rocas y tierras dejaron una ruta sembrada de obstáculos extra. Pero el día de la prueba lució un sol otoñal y algunos de los espectadores presenciaron la escalada en manga corta. ¡Qué contrastes!. Se inscribieron 12 pilotos - la mayoría vizcaínos- para hacer los 4.700 metros del recorrido, desde la salida a la cima situada a unos 800 metros de altitud. El día de autos, en este caso ‘el día de motos’, miles de personas bien abrigadas y con calzado para la ocasión se situaron en los laterales de la subida. El público comentaba que difícilmente alguno de los motoristas llegaría a lo más alto. Las condiciones del terreno eran pésimas y pronto surgieron caídas y averías. Tal era el lodazal que algunos corredores debieron hacer tramos a pie, llevando las motos de manera sufridora. Alguna motocicleta, descontrolada, cayó y retrocedió hasta 10-12 metros; otras quedaron deshechas. Los pilotos tuvieron que hacer acopio de paciencia y valentía para afrontar las rampas empinadas del ‘Paga’. Seis corredores alcanzaron la cima extenuados, como muñecos rotos. Unos tragos de agua, cuando no unos de café caliente, les hicieron sobreponerse a la cadena de adversidades. Juanjo García, un clásico entre los clásicos de aquella época, fue el primero en la meta al invertir 10 minutos 17 segundos, en tanto Elicesio Sabugo llegó en 15:52 y a Nicanor Blázquez los jueces le cronometraron 17:38. El gran Amán Sabugo terminó por encima de los 23 minutos, Pedro María Martínez en 34:07 y sexto fue Prudencio Urbina (57:54). Así pues, el vencedor invirtió poco más de 10 minutos y el último de los clasificados casi una hora. Al día siguiente de la Escalada al Pagasarri, la RPMV lanzó un comunicado dando las gracias al industrial bilbaíno Pío Peciña, patrocinador de la prueba; a NO-DO que realizaría un reportaje para ser visto y escuchado en todos los cines de España (pudo verse en las pantallas el 22 de noviembre) e igualmente expresó su agradecimiento al público “por su ejemplar comportamiento” y por aguantar mecha, a ratos paraguas en mano y otros guardando la verticalidad ante el acoso del viento. Sin duda, deberíamos aplaudir, aun con el paso del tiempo, a aquellos titanes de las dos ruedas. Coraje de vizcaínos.
(Ernesto Díaz Pérez)
https://www.youtube.com/watch?v=aq1mt1sa5zk
(Mi padre con la moto número 23)
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