Siempre con lo mismo.
Escribir es como con el seis y el cuatro la cara
de tu retrato, cualquiera lo puede hacer. He visto algún seis que parecía un
ocho pero tampoco nos vamos a poner ahora estupendos. Como la señora con muleta
que camina contra viento y marea hacia allá mientras 41.345 hinchas del
Athletic (cifras oficiales del último partido en San Mamés) vienen hacia acá.
Tiene derecho a circular libremente por donde ella quiera, ¡que esperen ellos!
Como sois. Eso, escribir es un ejercicio inútil, excepto una firma al final del
cheque que recibes (antes de bizum), un adiós al final de una carta (podemos
ser amigos, cari),(mierda), un te quiero con tiza debajo de ventana. Escribir
es absurdo teniendo Tele 5. Escribir es para desocupados que no saben hacer
otra cosa. “Tienes un muro de Facebook de jubilado” me dijeron el otro día.
Creo que como un elogio condescendiente. Sonreí, la verdad no ofende (cómo
ayuda la edad a templar la agresividad verbal y física). ¿Escribir es ser artista? No, solo si vendes.
¿Ser artista –así, en general- es un
subterfugio? No, solo si no vendes. ¿Qué es escribir si no lo lee nadie? Pues ya ves, entre otras cosas, afición,
distracción, necesidad, pura humildad y si, alguna vez, algo sale medio bien, ese
día no te besas porque no te llegas. Lo estoy intentado.
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