Ya llego.
Hermoso día de otoño.
Siento tu caminar por caminos que se borran después de una tormenta de ausencias.
Te miro a través de ti. Te veo con rayos X como si fueras de papel, tu cuerpo de cristal. Veo tus intestinos y los pulmones, veo tus riñones aún doloridos, tu sexo adormecido como un animalillo cansado, hibernando. Te veo ovillada sobre la cama, susurrando mi nombre, llamándome, asustada, sola, como una niña que se baña en la orilla del Cantábrico.
Te grito, resiste, amor, ya llego.
Y el monte se llenó de dialectos, los pastores se escondieron en las cañadas y por alguna razón supiste al instante que era mentira.
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