Anne Bancroft (3)
...el aire de un hotel de tercera, ropa tendida en el patio, encuentro apresurado después del vermouth, por la autopista cercana atronaban camiones, la vecindad no era alegre, el deseo como un perro arriba y abajo de nuestros cuerpos tendidos, nos deseábamos tanto que las venas del cuello se hinchaban de brutal nostalgia cuando estábamos separados.
Era cuando me recordaba a Anne Bancroft.
Después se hizo la noche y no volvió a amanecer. Entonces fue cuando supe que todo había sido un exceso, un error en la geografía desmesurada de la nostalgia. Palabras sin sentido, sin miel, basurero de palabras, la tristeza vestida de negro con un clavel en el borde de la mantilla, la certidumbre de la muerte sentada frente a mí, mirándome, como aquella noche del hospital, límite de los días, impaciencia de la nada.
Lejos, todo está lejos, solo está cerca el mortal aburrimiento de no verla, la imagen de sus bragas negras sobre la piel blanca de diciembre y un mensaje en el contestador que no debo borrar para espanto de los sábados que se llenan de sentimiento no controlado, cuando lloro mansamente sobre el mantel de ahora...
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