No espabilo
Leo lo que dejé en el blog y me da un
punto de reparo. No soy escritor, solo me gusta escribir, lo hago con
dedicación (escribir también), dedicándole tiempo y energía, sentimiento y
recuerdos (etcétera).
Es
arriesgado porque cualquiera puede entrar a leer y pensar/decir que es una
porquería sensiblera o absurda o pobre o que le sobran (o le faltan) comas o
que a quién se le ocurre o que vaya atrevimiento. Tengo mal carácter para las
críticas (además me deprimo y me entran temblores, inseguridades y una pena…)
Me
da reparo porque abre en canal mis sentimientos, mis emociones íntimas, me
desnuda y soy muy pudoroso para casi todo porque me han educado en no
demostrarlas (las emociones), en ser un tipo duro que se encara con cualquiera
y estos no, estos escritos tienen sangre y lágrimas y risas y un poco de
técnica (espontánea, no memorizo, la edad) y salen como salen, pero salen a raudales,
aquí están.
En
un periodo en el que alterné con gente pija, estrechos de cabeza, de pensamiento,
de corazón, de modales, me invitaron a una fiesta de cumpleaños. Escribí un
texto para la homenajeada. Le gustó. No sabía que escribías –me dijo- te hacía
más en el gremio de saltimbanquis, de titiriteros, de volatineros. Jamás me han
hecho mejor elogio. Le tiré a aquella tonta del culo, como sin querer, un
gin-tonic por su vestido de marca y cambié de grupo de amigos (la verdad
es que despacharon con malos modos).
Aunque
aquí nunca dejo fotografías en las que se me vea la cara, siempre tengo el
temor de que me la partan en cualquier lado por presuntuoso e inconsciente
(aunque no creo que se atrevan). Por eso siempre camino por el lado oscuro de
las calles y me alboroto en las esquinas y escucho pasos y veo ojos y ya no voy
armado, tranquilos.
En
fin, queridos/as míos/as, que me da apuro (a veces, solo a veces) los escritos
que aquí dejo. Pasa el tiempo y no espabilo.
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