viernes, 7 de febrero de 2020

Gata mala




Desde hace años, John vive solo, con su gata.
Cuando vuelve a casa, la gata le dedica dulces maullidos, se restriega en su pantalón, duerme en su cama.

Una tarde, John invita a cenar a su amiga Mary.  Prepara un estofado delicioso. Hablan con alegría. Advierte que no tiene cervezas. “Un momento, Mary, ponte cómoda, bajo a comprarlas”.

La gata merodea por el comedor. Se acerca a la muchacha. Se lanza a su rostro y le araña y muerde de forma salvaje. Mary grita, llora, intenta protegerse la cara con las manos.

Cuando vuelve, John se encuentra con un terrible espectáculo, llama a una ambulancia y llevan al hospital a su amiga, herida, aterrorizada.

De nuevo en casa castiga a la gata a dormir en el balcón.
A partir de entonces la gata no come y se deja morir.

John se queda solo, sin gata y sin amigas, ninguna quiere ir a cenar a su casa.
También decide dejar de comer. Se muere, claro.

Esta historia es casi cierta (o al menos la he leído en algún periódico)…

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