Señoritas y ciencia
No
sé si queda claro, antes de las señoritas de Avignon está ciencia
y caridad pero vamos a ver, ¿a quién le importa?, ¿a quién le importa
nada?, que tengo las armas de la nostalgia descargadas, desencantadas, con el
recuerdo en los ojos de Mari Bel, pero que sin mirarlos dan la muerte / con el puñal
azul de su recuerdo, que escribía Federico en
su Madrigal triste de ojos azules , es decir, la esencia de
las palabras está, debe estar (¿debe?) en lo que no dicen, ocultas en su
esencia, en lo oscuro, en el secreto, en el vigilante de la frontera entre lo
que sí y lo que nunca, pájaros alborotados, estorninos aguas abajo del río de la
vida, Elena inaugurando la esperanza, lámparas oscilando al viento del sur,
hablar por no callar, las bestias negras que bajan a abrevar al arroyo que
serpentea y brilla al temprano atardecer del invierno, estas son palabras para mañana,
son casi las doce, es igual, nadie las leerá al derecho y al revés, pero ahí los
poetas, ayudándonos, a los sin voz, a los que hacen gestos para entenderse,
este es mi gesto, hoy, un día cualquiera de junio, ¿hará calor mañana?, vuelve,
quizás entonces esté más lúcido, entre tú y yo, me estoy alejando, alelando,
aleteando como un insecto malhumorado y perdido en el empeño de hoy también
estar aquí.
Estoy, ya ves, ¿lees?, sí, estoy desorientado.
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