miércoles, 26 de junio de 2019

Don Ignacio.




Hasta hace doce días era don Ignacio.
Ahora soy un hombre sin trabajo, sin casa, sin familia, sin Carmen.
Ni siquiera sé dónde dormiré esta noche, también soy un hombre sin amigos.
Cierto que me equivoqué, que no tuve en cuenta la trascendencia de lo que hacía.

Con un efecto cruel, el descubrimiento de lo de la empresa - como una marea, el primer impago trajo los siguientes-, desencadenó otros descubrimientos. Mi esposa, aún lo es, fue muy dura al contar en una reunión familiar todo lo mío, el cierre del negocio y mi relación de años con Carmen. Entiendo que le pudo doler  ser la última en saberlo, pero no tenía derecho a tratarme así delante de todos, hasta de mi nuera.

Lo que más me duele es no poder ver a mis nietos por la reacción de mis hijos.
Todo esto me parece un mal sueño pero no lo es, hace frío, llueve y llevo cuatro horas en una estación de autobuses sin saber dónde ir.

Carmen no coge el teléfono.
Y falta el juicio, bueno, los juicios.
No puedo creer que esto me esté pasando a mí.

2 comments :

Insomnióptera dijo...

Me pareció como si don Ignacio fuera el que platicaba con su botella de agua. Figuraciones. Me da risa cada vez que me sale que ponga que no soy un robot, a estás alturas de la noche ya ni sé. Buenos dias allá.

Pedro M. Martínez dijo...

Libélula, sé bien que no eres un robot pero si lo fueras eres el robot más perfecto de la creación

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