Me encanta la música que compartes, ¿de dónde la sacas?
Mike Apichella
Recuerdo
que en un tiempo leía a Fernando del Paso y entendía cada línea, cada coma,
cada suspiro.
Entonces
era capaz de acaparar palabras como fresas,
juntar frases sin tiempo para respirar, plegarias submarinas y osados poemas de aire. Alguien al final de la
calle soleada lo leía y me llegaba un aleteo de golondrinas y vencejos que
migraban.
Vino,
paso a paso, otro tiempo.
No
entendía nada, no era necesario, me subí a la metonimia, cabalgar dragones
verdes de silencio en túneles de viento y voces me divertía.
Después
llegó la crisis al blog, también a este.
“Me
gustan la música que subes. Ah, y las fotos”.
Supe
que además del lamento cíclico es necesaria una revisión de métodos y maneras,
de guiones y expresiones, de dar vuelta a los colchones en los que duerme el susurro.
Lo
entiendo, con tanto twiter, facebook, pinterest, tumblr, instagram y otros
inventos el blog tradicional, el de toda la vida (¿qué vida?) se pasó de
moda, de rosca, de exceso, de falta.
Sin desmayo sigo, desde entonces.
“Me encanta la música que compartes, ¿de dónde la sacas?”
“Me encanta la música que compartes, ¿de dónde la sacas?”
La
madre que te parió, ¿a qué te parto la cara?
0 comments :
Publicar un comentario