Amabilidad
La gente es amable en NY.
En
un parque de Chinatown varios ancianos juegan al xiang qi, hay música, mucha
vida y color. Los chinos de aquí hablan poco con los no chinos de aquí
La
cristalera del Cipriani´s en el Soho reluce al sol de la mañana, me apetece una foto ahí. Sale el sonriente maître y no sólo me fotografía delante del establecimiento
sino que me invita a entrar y casi hace un reportaje para el Hola. A esas horas
el local está aún sin público, los camareros me saludan en una mezcla de
italiano, inglés y un sonoro adiós al salir. Que majos.
Después dudo dentro de los
interminables pasillos del subway, no sé si tengo que ir uptown o downtown
cuando aparece alguien parecido a un ángel femenino, rubia, bella,casi habla mi
idioma. Me refiero a la poesía, a la música, a lo hermoso que es vivir, lo sé
porque hablamos durante el trayecto, mientras tomamos un abundante brunch cerca de
Bryant Park, cuando entramos al museo Guggenheim y me enseña su Rothko preferido, su Kandinsky para
después. A pesar de la notable diferencia de edad, paseando por Central
Park me besa, llora sobre el Imagine frente al edificio Dakota, un cielo de chica.
Tomamos un taxi amarillo como mi deseo, atravesamos la ciudad y entramos con premura a mi hotel, nos amamos con lentitud, con urgencia, con dulzura, con rudeza, nos acariciamos, nos empujamos, nos acoplamos, un milagro. Se va sonriente, muy.
Son amables en NY, por todo incluido solo me cobró 175 dólares y me hizo la correspondiente factura. ¿A qué es increíble?
Tomamos un taxi amarillo como mi deseo, atravesamos la ciudad y entramos con premura a mi hotel, nos amamos con lentitud, con urgencia, con dulzura, con rudeza, nos acariciamos, nos empujamos, nos acoplamos, un milagro. Se va sonriente, muy.
Son amables en NY, por todo incluido solo me cobró 175 dólares y me hizo la correspondiente factura. ¿A qué es increíble?
La gente, en general, es muy amable en NY.
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