domingo, 8 de octubre de 2017

El miedo a que no seas el que eres.



Tú.
El miedo a que no seas el que eres.

Un tipo que me escribía desde diferentes partes del mundo. Con frecuencia. “Ahora estoy en China”. “Ahora en Venezuela”. “Caen iguanas en esta plaza de Bogotá, se estrellan en las baldosas con un ruido de sandías”.

Al principio pensé que era un mentiroso.

Me enviaba fragmentos de ópera, ángeles, frases del estilo de… he visto cosas que vosotros no creeríais: Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán... en el tiempo... como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir…Cuando la recibí por segunda vez pensé “eso se lo dirás a todas, bonito”.

Pero no, era verdad, viajaba, mucho, lástima que nunca me dijo aquello de…su nombre encantador era Gaff. Lo había visto por ahí. Bryant debió ascenderlo a la unidad blade runner. Eso que balbuceaba era lengua citadina, puro balbuceo, una mezcla espantosa de japonés, español, alemán y subcavidades. No necesite de un intérprete: conocía la lengua

Así seguimos, me escribía desde cualquier lugar de este pequeño mundo y yo le leía escéptico.

Un día me dijo que quería conocerme, venía a visitar el Guggenheim y eso solo era un pretexto.
Vale, “iremos a cenar”.

La primera impresión fue demoledora. No.
Cenamos y su señora era discreta, silenciosa. Él no.
Me tengo por una persona sociable pero no.
Tomamos unos cubalibres en bares del centro. No.
Con el ron llegaron las confidencias. Entro a los chats y me hago pasar por otros. Me gusta desdoblarme, triplicarme, confundirles. Mi No se agrandaba por momentos.  
Me pinto las uñas de las manos de un rojo brillante y tecleo, lo hacía cuando te escribía. Por mi cada uno se puede pintar lo que le parezca, de cualquier color, pero estalló mi No y educadamente me indispuse, besé la mano de su señora –creo que era muda, no dijo ni una palabra en toda la noche- y me fui a casa.

Olvidé dedicarle el libro que le había regalado.

Me duché. No por nada en especial. Era como una presencia oscura. Alguien que me desagradó nada más verle. Quizás porque me dijo que su trabajo era despedir personas en empresas, quizás porque su cara me recordaba a alguien  odiado, quizás, sin más, por pura química. Me repelía.
Solo me ha pasado esa vez.
El resto de personas que he conocido han sido, son, encantadoras.
Pero.

Otro tipo, me escribía fingiendo que era A, B y C, lo decía de diferentes maneras.
Era impúdico.  
No creo que tuviese mala intención.
Se aburría.
Quería demostrarse algo, mucho, todo, quería saberse, se creía.
Hay psiquiatras.
Podrían haberle ayudado.
Menos mal que lo supe, quién era, quién no era, cómo era.
Pobre hombre, pobre hombre.
Quizás si se hubiese operado… sí, que se opere.
  
Esto de los blogs tiene estas cosas, somos tantos, tan diversos.
Suerte de haber toreado en muchas plazas (es una figura, no toreo, ni de salón).
Suerte de poder seguir manteniendo la entrada libre, la pureza en la mirada, la confianza, la energía, intactas las ganas, el deseo, la fuerza, la imaginación, el ansia de saber, la infinita fortuna de tantos visitantes en estas líneas que al ser muchas veces apresuradas no llegan a la marca.
Qué vamos a hacer, seguiremos intentándolo.


(Hoy hay partes de este escrito en los que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia)
(O no)
(Adivinar cuales)
(O mejor iros a pasear, luce el sol)

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