El miedo a que no seas el que eres.
Tú.
El miedo a que no seas el que eres.
Un
tipo que me escribía desde diferentes partes del mundo. Con frecuencia. “Ahora
estoy en China”. “Ahora en Venezuela”. “Caen iguanas en esta plaza de Bogotá,
se estrellan en las baldosas con un ruido de sandías”.
Al
principio pensé que era un mentiroso.
Me
enviaba fragmentos de ópera, ángeles, frases del estilo de… he
visto cosas que vosotros no creeríais: Atacar naves en llamas más allá de
Orión. He visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de
Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán... en el tiempo... como lágrimas en
la lluvia. Es hora de morir…Cuando la recibí por segunda vez pensé “eso se
lo dirás a todas, bonito”.
Pero
no, era verdad, viajaba, mucho, lástima que nunca me dijo aquello de…su
nombre encantador era Gaff. Lo había visto por ahí. Bryant debió ascenderlo a
la unidad blade runner. Eso que balbuceaba era lengua citadina, puro balbuceo,
una mezcla espantosa de japonés, español, alemán y subcavidades. No necesite de
un intérprete: conocía la lengua…
Así
seguimos, me escribía desde cualquier lugar de este pequeño mundo y yo le leía
escéptico.
Un
día me dijo que quería conocerme, venía a visitar el Guggenheim y eso solo era
un pretexto.
Vale,
“iremos a cenar”.
La
primera impresión fue demoledora. No.
Cenamos
y su señora era discreta, silenciosa. Él no.
Me
tengo por una persona sociable pero no.
Tomamos
unos cubalibres en bares del centro. No.
Con
el ron llegaron las confidencias. Entro a los chats y me hago pasar por
otros. Me gusta desdoblarme, triplicarme, confundirles. Mi
No se agrandaba por momentos.
Me
pinto las uñas de las manos de un rojo brillante y tecleo, lo hacía cuando te
escribía. Por mi cada uno se puede pintar lo que le
parezca, de cualquier color, pero estalló mi No y educadamente me indispuse,
besé la mano de su señora –creo que era muda, no dijo ni una palabra en toda la
noche- y me fui a casa.
Olvidé
dedicarle el libro que le había regalado.
Me
duché. No por nada en especial. Era como una presencia oscura. Alguien que me
desagradó nada más verle. Quizás porque me dijo que su trabajo era despedir
personas en empresas, quizás porque su cara me recordaba a alguien
odiado, quizás, sin más, por pura química. Me repelía.
Solo
me ha pasado esa vez.
El
resto de personas que he conocido han sido, son, encantadoras.
Pero.
Otro
tipo, me escribía fingiendo que era A, B y C, lo decía de diferentes maneras.
Era impúdico.
No
creo que tuviese mala intención.
Se
aburría.
Quería
demostrarse algo, mucho, todo, quería saberse, se creía.
Hay
psiquiatras.
Podrían
haberle ayudado.
Menos
mal que lo supe, quién era, quién no era, cómo era.
Pobre
hombre, pobre hombre.
Quizás
si se hubiese operado… sí, que se opere.
Esto
de los blogs tiene estas cosas, somos tantos, tan diversos.
Suerte
de haber toreado en muchas plazas (es una figura, no toreo, ni de salón).
Suerte
de poder seguir manteniendo la entrada libre, la pureza en la mirada, la
confianza, la energía, intactas las ganas, el deseo, la fuerza, la imaginación,
el ansia de saber, la infinita fortuna de tantos visitantes en estas líneas que
al ser muchas veces apresuradas no llegan a la marca.
Qué
vamos a hacer, seguiremos intentándolo.
(Hoy
hay partes de este escrito en los que cualquier parecido con la realidad es
pura coincidencia)
(O
no)
(Adivinar
cuales)
(O mejor iros a pasear, luce el sol)
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