martes, 24 de octubre de 2017

Édouard Levé


"Viviría sin problemas la misma vida una segunda vez, pero no una tercera" (Édouard Levé)



Vender o no vender, esa es la cuestión. Es decir, no se trata de escribir bien, la cuestión es vender bien eso que se ha escrito. Como quién fabrica tornillos o boinas o muebles de cocina. El escritor vende su trabajo y el editor lo pinta o lo reinventa o lo cambia por un plato de lentejas. La fábrica de la literatura.

Édouard Levé escribía cosas así:

Cada vez escribo menos a boli y más a ordenador. Compraba más discos con veinte años que ahora con cuarenta. Llevo Levi’s 501 desde que tenía catorce años, la idea me la dio un tebeo de un vaquero que leí en casa de mi abuela pero tuve que esperar cuatro años para encontrar unos iguales. Me costó mucho decirle a mi madre que la quería, esperé a tener treinta y cinco años. Mi madre me dijo que me quería cuando yo tenía treinta y nueve años, o me lo dijo antes pero se me ha olvidado. Le dije a mi padre que lo quería cuando pasé por una depresión a los treinta y cinco, contemplaba el suicidio, me parecía una lástima morirme sin habérselo dicho. No le he dicho a mi hermano que lo quiero. No le dije a mi abuela que la quería. Les he dicho a cinco mujeres que las quería, cosa que era cierta en cuatro de los casos. Alguna vez he hecho el amor con una mujer pensando en otra.


Édouard Levé además de a la escritura se dedicaba a la fotografía y la pintura. Era, como poco, especial, peculiar, un tío raro, un perro verde. Si buscáis sus fotografías en google lo entenderéis mejor. "Ni embellezco ni afeo las cosas", decía. Y uno tiene la impresión de que si las cosas son así mejor empezar a cambiarlas, quemar lo que era y construir un mundo diferente. Pero le publicaban y posiblemente vendía. O no.


Su obra literaria se compone de cuatro libros: Obras, Autorretrato, Diario, y Suicidio. Como no los he leído no puedo contaros de qué van. "Ejercí la pintura de 1991 a 1996. Pinté quinientos cuadros, vendí unos sesenta, tengo cien almacenados, y el resto lo quemé", o "Un día le dije a mi psicoanalista: 'No disfruto de lo que poseo', y me eché a llorar", decía. Sé que unos días después de entregar Suicidio a su editor se suicidó. Una obra redonda.

Siempre me ha asombrado, asustado el suicidio. Hace años vi tirarse desde un quinto piso a alguien a quién conocía, un pequeño comerciante, un vendedor que no vendía. Estuvo dos o tres horas caminando por el alfeizar delante de la ventana de su casa. Debajo policía, bomberos, curiosos, dos psicólogos subidos a una grúa. Algunos gritaban "tírate". Eso hizo, se tiró, en pijama, gritando. Aún escucho el ruido de su cuerpo al golpear en una cornisa y estrellarse después contra el suelo. ¿Qué puede ocurrir dentro de una persona para decidir quitarse la vida?  No lo sé, me aterra esa  percepción de ejercer la última consecuencia de la libertad.

Pues eso, que hoy quería hablar sobre Édouard Levé. O no.


(Todas las fotografía son de)




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